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Economía

El Gobierno cruza los dedos y confía en que el caos italiano obligue a Bruselas a suavizar los ajustes y a mantener congelado el rescate

La sensibilidad de las antenas colocadas por el Gobierno en Roma hace semanas para detectar con antelación el movimiento sísmico de este fin de semana, no ha fallado: Mario Monti, sin un partido detrás que le diera abrigo, ha caído en un agujero para desgracia del lúcido Giorgio Napolitano, Berlusconi ha resucitado, el cómico Beppe Grillo desconoce qué hacer con la cuarta parte del electorado que le apoya y Luigi Bersani busca un alambre desde el que evitar nuevas elecciones. Caos político casi total en Italia aderezado por el jaque de los mercados.

Rajoy ha reforzado los canales diplomáticos con Bruselas y Roma para medir con tiempo la fuerza de la sacudida provocada por las urnas en Italia

Mariano Rajoy y su equipo de confianza están observando las réplicas del terremoto italiano –prima de riesgo de nuevo en la frontera de los 400 puntos y la segunda mayor caída del año para el Ibex– con un despliegue diplomático muy activo tanto en Bruselas como en Roma. Del primero ha extraído la esperanza de que a la Comisión Europea se le rebajen los humos en sus políticas de austeridad y del segundo la intuición, solo eso, de que un país acostumbrado a convivir en la inestabilidad política permanente acierte a encontrar su rumbo sin golpear de muerte a Europa.

Fuentes gubernamentales creen que España, pese a la complicación italiana, no tiene razones para reconsiderar su decisión de renunciar al rescate porque los grandes fondos de inversión que operan en los mercados se han dado cuenta de que el euro es irreversible, algo que no sucedía tan solo hace cuatro meses. Esta convicción se acompaña de otro argumento que sale directamente de La Moncloa: si en octubre pasado, Rajoy resistió las fuertes presiones de algunos grandes bancos y de las empresas del Ibex más endeudadas sin acudir a comer a la mano de Mario Draghi (BCE), ahora, con más razón, está en condiciones de ganar esta batalla y de congelar la hipótesis del rescate como un escenario en lontananza por mucho que aprieten la Bolsa. “El presidente nunca actúa en caliente”, comenta uno de sus fieles.

El presidente resistirá las presiones de los grandes bancos y de las empresas más endeudadas para no ir al rescate, aseguran fuentes gubernamentales

Otra razón para el optimismo, siempre matizado, que se respira en el Gabinete de Rajoy: en estos momentos, hay 21 países europeos sometidos a un ‘semi-rescate’ a través del procedimiento de déficit excesivo abierto por Bruselas, buena parte de los cuales no cumplen con los límites de déficit impuestos porla Comisión Europeasobre la base de unas expectativas de crecimiento que ahora se antojan irrisorias. El Gobierno espera que la sacudida que han provocado las urnas en Italia contribuya también a bajar los humos a las autoridades comunitarias y que en abril Rajoy pueda dar una buena noticia que tiene su traducción en cifras. Si 2013 pudiera acabar con un déficit del 5,5% del PIB, en lugar del 4,5% comprometido en un principio, España podrá ahorrarse un ajuste de 10.000 millones de euros y, por tanto, el camino hacia la recuperación será menos doloroso.

En el Ejecutivo se da casi por hecho que España podrá ahorrarse este año ajustes por importe de 10.000 millones de euros

“Nos hemos ganado a pulso nuestra reputación”, aseguran fuentes gubernamentales. Y con esta carta de presentación, el equipo de Rajoy que mejor se mueve en Bruselas está negociando con discreción una política de austeridad menos dañina para el crecimiento mediante una estrategia incompatible con el ruido. De ahí que ayer tarde, el Gobierno rechazara en el Congreso la propuesta del PSOE de votar un aplazamiento de hasta cinco años de los objetivos del déficit. El éxito en esta negociación está condicionado por la cautela, insisten estas fuentes, y también por su encauzamiento hacia Alemania a través del comisario de asuntos económicos, Olli Rehn. Y así se está haciendo.

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