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Economía

Portugal, ¿la próxima Grecia?

El primer ministro portugués Pedro Passos Coelho (izquierda) junto con su homólogo sueco redrik Reinfeldt.

Las autoridades europeas lo han dicho por activa y por pasiva: Grecia es un caso único. Pero lo cierto es que la quita impuesta a la deuda helena despierta grandes dudas entre los inversores, que llegan a plantear un escenario parecido en Portugal.

El viernes pasado, parecía que la Eurozona había cerrado capítulo: el Eurogrupo daba, por fin, su bendición al segundo programa de ayudas que liberará 130.000 millones de euros. Pero los 17 países que comparten moneda no podrán respirar tranquilos mientras los mercados sigan revueltos. Lejos de calmar las aguas, los inversores siguen con la mosca tras la oreja: “Dado el miedo de contagio, Portugal está bajo un cerrado escrutinio”, subrayaban en un informe de Barclays Capital. ¿La razón? La enorme proporción de deuda pública, la falta de crecimiento y los persistentes desequilibrios macroeconómicos de la economía lusa, concluyen los expertos.

A juzgar por la opinión de los analistas, Grecia no ha despejado la incógnita en la ecuación del euro. Y un segundo rescate a Portugal podría estar a la vuelta de la esquina. Lo paradójico es que los propios expertos admiten que Portugal ha seguido el guion a pie juntillas impuesto por la troika (BCE, FMI y Unión Europea).

Asimismo, Portugal ya tiene experiencia en cuestión de rescates. En 1977 y 1983, -fechas no tan lejanas en la memoria colectiva portuguesa- el país vecino demandó ayuda al Fondo Monetario Internacional. De nuevo, otra paradoja.

Reformas sí, rescate también

Pero, si Portugal ha hecho sus deberes, ¿por qué despierta los recelos de los mercados? El paro está lejos de alcanzar las cotas escandalosas de su vecina España, pero el año pasado cerró en un 14%, y es probable que se incremente durante este año. Además, los recortes draconianos a los que se ha sometido a los portugueses propiciarán que el PIB se reduzca más allá del 3%. La economía lusa también adolece de una baja productividad y de problemas estructurales que harán difícil la vuelta a los mercados de Portugal en 2013, remachan los expertos de Barclays.

Portugal no es Grecia, repiten hasta la saciedad Gobierno y autoridades europeas. Pero los desequilibrios, la falta de crecimiento y el fuerte endeudamiento público dan poco margen a una economía sometida ya a severos recortes. Los inversores han puesto en tela de juicio la solvencia portuguesa. Habrá que esperar a ver quién tiene razón.

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