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Economía

La pelea entre Montoro y Guindos por el control de la economía se reabre tras las elecciones catalanas

Sentado en su despacho con algunos de sus confidentes, un ministro manifiesta que está harto de las maniobras e intoxicaciones de algunos compañeros de Gabinete. “Es la guerra”, concluye.

Acabadas las elecciones catalanas y con la perspectiva de un rescate en ciernes, el Gobierno ha vuelto a sus quehaceres diarios. Y de este modo resurge con fuerza la soterrada pelea por el control de la economía entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el titular de Economía, Luis de Guindos.

El lunes Montoro volvió a reafirmarse en el terreno donde se la juega, el control del déficit. Ante un seminario organizado por Inverco y lleno de periodistas, el ministro lanzó el mensaje: “España no necesita más tiempo para cumplir con el déficit”.

Este comentario se interpreta como una contestación a las declaraciones que formuló en el Senado el gobernador del Banco de España, Luis Linde. Considerado un hombre de Guindos, éste dijo que cabían desviaciones y que si se subían las pensiones habría que recortar en otras partidas.

Además, Guindos ha negociado en Bruselas que se conceda a España algo más de plazo con las metas de déficit, por si Montoro no lograba reconducir las cuentas.

“Estaban esperando a que se cerrasen las catalanas para reanudar la pugna”, explica una fuente próxima a uno de los dos bandos.

Desde las pensiones a las subidas de impuestos pasando por los hispabonos, la amnistía fiscal o incluso la reforma energética, prácticamente todos y cada uno de los grandes temas han provocado airadas desavenencias entre ambos ministros y sus aliados.

Se barrunta una crisis de Gobierno en el momento en que haya un rescate y las dos partes intentan tomar la pole position, aunque sea a codazos y empellones.

Un artículo del Financial Times y otro de The Economist también han contribuido a azuzar el enfrentamiento. En el primero, se califica a Guindos como el ministro de Finanzas peor valorado de Europa, pues todavía ha de demostrar que puede reconducir la apurada situación de la economía española. En el segundo, se critica al presidente Rajoy que haya creado una bicefalia para dirigir la economía.

Rajoy asumió la presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos con el objeto de transmitir que se tomaba muy en serio la economía y que se reservaría siempre la última palabra sobre estos asuntos.

Sin embargo, los testigos de estas reuniones relatan cómo las discusiones se suceden sin que el presidente las modere o intervenga. Fiel a su estilo, deja que se eternicen sin poner a nadie en su sitio. “Los ministros carecen de una política clara con unas directrices. Cada uno tira e improvisa por su cuenta. Y ello fomenta todavía más los encontronazos de egos”, explican.

Algunas fuentes conocedoras incluso hablan de un trío al incluir al jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal. Éste goza de la plena confianza del presidente y, a menudo, desempeña el papel de árbitro entre los dos bloques. Algunos compañeros de partido consideran que Nadal es demasiado técnico, poco práctico y, a veces, hace gala de un carácter difícil.

Y el problema estriba en que estas divisiones se han trasladado a los miembros del Gabinete. La mayoría se alinea con Guindos, entre ellos Soria, Cañete, Pastor y Margallo; mientras que Montoro hace piña con Fátima Báñez y la vicepresidenta.

“Montoro es el único ministro junto con Fátima que siempre respalda a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría”, comenta una fuente gubernamental. Y siempre se recuerda que Rajoy ha entregado la llave de las arcas a Montoro y exige que cualquier desembolso tenga el visto bueno del ministro de Hacienda.

De hecho, a Montoro le gusta recordar la frase de Cabanillas sobre los titulares de Hacienda: “Todo Gobierno es un Gobierno de coalición entre el ministro de Hacienda y todos los demás”.

Por otro lado, aunque Guindos tenga menos anclajes en el partido que Montoro, ha sabido trabar buenas relaciones con algunos compañeros del Ejecutivo y vende un perfil más técnico. La batalla está servida.

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