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Economía

PSOE, PP y CiU firman un pacto de no agresión sobre el escándalo de Bankia

El primero en disparar con pólvora mojada ha sido el PSOE. Alfredo Pérez Rubalcaba estaba este miércoles en Bruselas mientras el ex ministro de Trabajo Valeriano Gómez entonaba un discurso de guante blanco contra el titular de Economía, Luis de Guindos. La responsabilidad directa del gobernador del Banco de España en lo ocurrido con Bankia, el coto cerrado del que ha disfrutado en la entidad el Partido Socialista de Madrid y el reparto de cargos que benefició a UGT en las últimas décadas, dejan escaso margen de maniobra al PSOE para actuar a calzón quitado.

Así se comprende la negativa de los socialistas a pedir una comisión de investigación y su apelación a la “gestión deplorable” en la entidad durante la última década y media, es decir la prehistoria que gestionó Miguel Blesa después de la caída de Jaime Terceiro en la antigua Cajamadrid. Los sueldos millonarios del ex ministro Virgilio Zapatero, hasta hace poco vicepresidente de Bankia, del dirigente de UGT José Ricardo Martínez, y las incrustaciones que pactó en la firma Tomás Gómez, hoy líder del PSOE madrileño, dejan a los socialistas sin autoridad para exigir de verdad responsabilidades en caliente. Y ellos lo admiten en privado.

Al PP le pasa un poco lo mismo. La dimisión forzada de Rodrigo Rato ha provocado una seria convulsión en un sector del partido que opina que no solo se le ha humillado, sino también que Luis de Guindos ha buscado la peor de las soluciones. Mercedes de la Merced, Estanislao Rodríguez Ponga, Ángel Acebes o Carmen Cavero son también apellidos que comprometen a esta formación política, de ahí que su portavoz económico, Vicente Martínez Pujalte, optara ayer por cargar las principales responsabilidades de lo ocurrido sobre el gobernador del Banco de España, a punto de poner los pies en polvorosa, sin olvidar a Elena Salgado, la vicepresidenta económica que a punto de entrar en funciones dejó dicho en la Diputación Permanente la siguiente frase lapidaria: “Como he dicho a lo largo de los dos últimos años, gracias al profundo proceso de saneamiento nuestro sistema financiero tiene entidades más grandes, más solventes y está en condiciones de obtener recursos para canalizarlos a través de la economía real”.

En una especie de caricatura de la politización que ha contaminado todos estos años las cajas de ahorros, los nacionalistas catalanes han entrado también en el debate de Bankia repletos de airbags. Josep Sánchez Llibre, en representación de CiU, se ha limitado a exigir “transparencia” en el saneamiento del sistema financiero minutos después de oír a Luis de Guindos una advertencia que el nacionalismo no debe echar en saco roto: “El futuro de Caixa Cataluña está en el aire”. La entidad está controlada por el FROB, al igual que el Banco de Valencia y Caixa Galicia, por lo que la última palabra la tiene el Gobierno.

Este miércoles ha flotado en el ambiente de la Comisión de Economía el amago de la Fiscalía de investigar la responsabilidad de los gestores en las cajas de ahorro que han terminado costando dinero al contribuyente. Pero casi ningún grupo confía en que el trabajo de Eduardo Torres Dulce llegue a buen puerto cuando desde el propio Gobierno, en boca de Guindos, solo se habla de “errores de gestión”. En Bankia, el ministro detecta dos: su fusión con Bancaja y su salida a Bolsa. Nada más.

¿Pacto secreto entre el Gobierno, el PSOE y los nacionalistas catalanes para enterrar el escándalo de Bankia? No hay pruebas evidentes de ello, pero la ‘omertá’ que se vivió ayer en el Congreso es demasiado atronadora e invita a la sospecha

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