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Economía

El deporte griego malvive entre derroches, impagos, violencia y crisis

Incidentes en un partido de la liga griega.

La pasión deportiva en Grecia se traduce en botellas, bengalas, incendios y altercados. Es la lacra del deporte, una mácula que siempre ha acompañado a los equipos helenos. Un problema que incluso obligó al gobierno de Syriza a paralizar el fútbol, incapaces de dar sensatez a una pasión que se había ido de las manos. Es importante pero no es, ni mucho menos, el único conflicto que vive el deporte del país mediterráneo.

La crisis económica llega a todas partes, también al deporte. Grecia pasó de ser en los noventa uno de los mercados preferidos por los jugadores por sus altos sueldos -especialmente en jugadores que ya habían pasado su mejor momento, como Rivaldo- a uno sospechoso por sus constantes impagos y alta conflictividad. “En realidad ya pasaba antes de la crisis, los equipos griegos no son serios en ese tema, pero ha ido a peor”, comenta Giannis Stavroulakis, periodista deportivo en Atenas.

"Los equipos griegos no son serios en los pagos, pero con la crisis ha ido a peor", cuenta un periodista heleno

“Llevo cinco años aquí y me ha pasado de todo. He estado en clubes que no han podido pagar y han desaparecido y en otros que nos han descendido por tema de apuestas”, cuenta Noé Acosta, futbolista español que juega en el PAS Giannina de la Superliga griega.

Ese hecho, acuciado por la crisis, ha supuesto un cambio en la manera de ver el mercado por parte de los agentes futbolísticos. “Siempre ha habido muchas dudas, hay referencias de todo tipo, hay clubes serios, pero también muchos que han tenido impagos y problemas económicos”, explica José Manuel Espejo, agente de futbolistas que ha tenido negocios variados con equipos helenos. Espejo lamenta la deriva del país porque, a pesar de que siempre hubo fama de malos pagadores, el mercado griego fue muy atractivo para los españoles hace unos años. “Tiene potencial porque gusta mucho a los jugadores y además pagan en neto”, relata.

El principal problema, según los agentes, es que no hay una normativa buena y cuesta actuar contra los impagos. “Me gustaría que se regularan para que los jugadores estuviesen protegidos, porque han sido una fuente importante de salida para los futbolistas españoles”, comenta Espejo.

Existe algún movimiento que apunta a que el futuro será mejor. La crisis se ha llevado por delante a muchos equipos, tanto en fútbol como en baloncesto, y los que han quedado están saneando sus cuentas y actuando con más cabeza. “Yo por mí me hubiese ido antes a otro país, pero en los últimos tiempos los clubes lo están intentando, son más puntuales en los pagos  y yo ya llevo tres años sin problemas de cobros”, cuenta Acosta.

“En el baloncesto el caso más claro de un equipo que tuvo problemas es el del Maroussi, que pasó de jugar la Euroliga en la temporada 2010-2011 a jugar en la cuarta división el siguiente año”, narra Stavroulakis. El Maroussi no era una cuestión menor, fue subcampeón de la Copa Saporta y era uno de los clubes más representativos de Grecia en baloncesto, que es el deporte en el que realmente brillan los equipos helenos. Su historia no pudo hacer nada por salvar la mala gestión del club.

Solo el Olimpiakos parece inmune. Los hermanos Angelopopulos, armadores y dueños de varias empresas industriales, siempre han estado por encima de los problemas griegos y su equipo, en consecuencia, es el que mejor atraviesa la crisis. “Han bajado los presupuestos hubo un momento en el que pagaban a Childress dos millones de euros al año y ya no están en eso, pero siguen siendo competitivos”, cuenta Stavroulakis.

Olimpiakos es el equipo del país y siempre que hay una sanción sale favorecido”, explica Noé Acosta, que sospecha de la capacidad del equipo para salir indemne en la sucesión de catástrofes que siempre rodean al fútbol griego. Su principal competidor, el Panathinaikos, sí ha tenido que rebajar su nivel por la crisis. “Están cogiendo muchos jugadores jóvenes, de selecciones inferiores, que son más baratos y en un futuro llevarán el peso del equipo”, narra Stavroulakis. El presidente del equipo verdiblanco tiene clara su posición de cara al referéndum del domingo: votará no. Giannakopoulos, que así se llama, es propietario de la empresa farmacéutica Vianex y su negocio está desplomándose con los recortes. “La industria farmacéutica es la que más está sufriendo, nos piden reducciones, quieren que los medicamentos cuesten menos que en Bulgaria. Tenemos la oportunidad de decir no el domingo y asegurar el futuro de la nación”, dijo durante la semana en un comunicado.

El presidente del Panathinaikos, empresario farmacéutico apoya el 'si' en el referéndum

La opción de invertir en cantera, más que en fichajes como se hacía antaño, es hoy una constante en el deporte griego. Un directivo de la Federación Griega lo explica así: “Estamos intentado tirar por ahí, no solo como federación sino como deporte; invertir en los jóvenes es importante y por ahí encaminamos nuestros esfuerzos, porque además los clubes con ello podrán ganar dinero”. El directivo, que prefiere no dar su nombre, habla desde una localidad del norte del país donde se está disputando el Campeonato de Europa sub-19. “Nuestros presupuestos han bajado, pero como la selección ha conseguido meterse en los grandes torneos últimamente hemos podido sufrir menos”, cuenta sin esconder que de lo que pase el domingo dependerá el futuro del país. “Son días difíciles, no sabemos qué va a pasar”, dice con resignación. 

Un campeón olímpico con el 'sí'

La preocupación por el futuro de Grecia es común en la sociedad, aunque muchos en el deporte callan. No es el caso de Pyros Dimas, triple campeón olímpico de halterofilia, de origen albanés, que tiene claro que el no puede llevar a su país al precipicio. “Me han dicho que por ser nacido en Albania no tengo derecho a opinar. Al contrario, haber sido criado en Albania me ha permitido ver lo que pasó en ese país y no quiero que la sociedad griega tenga el mismo destino. No quiero que nuestros hijos hagan colas por un kilo de queso y diez huevos al mes como yo hacía. No quiero que nuestros hijos crezcan con miedo en sus corazones. La mayoría de vosotros me acusa diciendo que nunca he vivido esto, pero os aseguro que vosotros no tenéis esa experiencia”. Dimas creció en la Albania de Enver Hoxa, uno de los regímenes más oscuros de la etapa comunista.

"Me críe en Albania y no quiero que Grecia sea así", dice el campeón olímpico Pyros Dimas

La tensión, como tantas veces en Grecia, se nota casi más en las gradas que en las calles. “La gente va al estadio a quitarse de sus frustraciones, es obvio, y eso crea problemas”, cuenta el periodista griego Giannis Stavroulakis. “El gobierno en deporte lo único que ha hecho ha sido legislar sobre la violencia, pero sin mucho éxito aún”, dice sobre las políticas de Syriza. “La gente cree que puede hacer lo que sea, bengalas, petardos, botellazos. El año pasado hubo un par de cosas más fuertes de lo normal y por eso se suspendió la liga; sin embargo las cosas en la calle son más tranquilas, no parece que pase mucho”, explica Noé Acosta.

Grecia, antes uno de los mercados más habituales para los futbolistas españoles, ahora es un mar de dudas. Dudas de cobros, de violencia, de la vida diaria en un país que navega entre dificultades. El referéndum del domingo también será clave para el deporte.

Los Juegos y la catástrofe

“¿De verdad los Juegos fueron positivos para Barcelona?”, pregunta incrédulo Giannis Stavroulakis. No se lo cree mucho porque sabe que en el origen de la crisis griega también estuvo el dispendio del país en 2004 para albergar la gran cita deportiva en Atenas. “Nadie podía imaginar lo que iba a seguir aquello, pero es que fue una locura, el presupuesto crecía de mes a mes”, cuenta el periodista. Fueron miles de millones de euros dilapidados. Sirva como ejemplo la reforma del pabellón OAKA, que pasó de estar presupuestado en 3.9 millones de euros a costar realmente 398. En diciembre de 2003 el gobierno aseguró que los Juegos habían costado 4.500 millones de euros, en agosto dijeron que 7.000, en noviembre de 2004 ya eran 8.900 millones y en 2005 dieron como cifra 13.000 millones. Hoy las instalaciones que acogieron aquellas pruebas están obsoletas y abandonadas.

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