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Economía

Máxima incertidumbre: Europa cruza los dedos a la espera del resultado del referéndum griego

Manifestantes griegos se concentran en la plaza Syntagma frente al edificio del parlamento en Atenas.

Grecia asusta. Aunque no lo confiesen en público, las autoridades europeas se encomiendan al cielo para que el resultado del referéndum sea positivo y los griegos acepten este domingo los ajustes exigidos por Bruselas. En el caso contrario, miembros del Gobierno consultados por Vozpópuli confiesan que podría desatarse un periodo de gran incertidumbre y volatilidad en los mercados. Si los griegos se decantan por el ‘No’ a las medidas, la probabilidad de que los alemanes den la patada a los helenos sería muy elevada. La postura que comienza a calar con fuerza en Berlín es que no se puede obligar a los griegos a hacer lo que no quieren. Schäuble lo tiene clarísimo. Merkel, en cambio, no tanto. Pero desde luego ambos están aprovechando la situación para intentar librarse de Alexis Tsipras...

Tsipras dispuso de tiempo de sobra para plantear antes el referéndum. Pero no lo hizo. Esperó al último minuto, cuando se vio muy presionado por su partido y sin los apoyos suficientes como para aprobar el programa de medidas. Su decisión de anunciar el plebiscito al filo de la medianoche del viernes desconcertó a todos. Por si los germanos no recelaban ya de Tsipras, semejante iniciativa rompió cualquier puente que pudiese quedar entre Atenas y Berlín. Incluso cuando el primer ministro griego presentó este miércoles una contrapropuesta en la que cedía en casi todo, Merkel se mostró inflexible. En Alemania claramente apuestan porque Tsipras pierda y su Gobierno caiga. No hay perdón para los indisciplinados en esta Unión Europea en la que las transferencias fiscales han de estar limitadas.

Entre la espada y la pared, el primer ministro heleno ofreció este miércoles una rendición a Merkel con tal de asegurarse la financiación. Pero la canciller rechazó la propuesta

De hecho, Grecia es el país que más solidaridad se embolsa. Su deuda está financiada en unas condiciones que ya querría cualquier otro país europeo: diez años sin pagar intereses y 30 años de media para abonar el principal. Por ahora, a falta de una reforma de las instituciones europeas en la que los Estados entreguen más soberanía, no hay más. Y menos en tanto en cuanto España tenga unas elecciones que podrían deparar un Ejecutivo demasiado reacio a la austeridad. A juicio de las altas instancias europeas, no puede parecer que se da pábulo a los movimientos contrarios a la disciplina presupuestaria.

Tras el cierre de los bancos, la opinión pública ha comenzado a virar en contra de Tsipras. Entre la espada y la pared, el primer ministro heleno ofreció este miércoles una rendición a Merkel con tal de asegurarse la financiación. Se especulaba incluso con la posibilidad de que a cambio Tsipras respaldase el 'Sí'. Pero la canciller rechazó la propuesta. Argumentó que el programa había expirado y, por lo tanto, necesitaba un nuevo mandato del Bundestag para reiniciar las negociaciones. Así que esperaría hasta el lunes después del plebiscito, una decisión a la que se ciñó el Eurogrupo reunido un par de horas más tarde.

El propio Schäuble también despreció las concesiones de los griegos afirmando que ni siquiera las había leído y que, en cualquier caso, estos helenos no son de fiar. Vamos, que en Berlín apuestan a todas luces porque el Gobierno de Syriza sea derrotado en la consulta. Por arriesgada que sea la apuesta, prefieren lidiar con un nuevo interlocutor que suceda a Tsipras, alguien de quien de verdad se puedan fiar y que sea más razonable. Al igual que con Berlusconi o Papandreu, la estrategia de los tudescos vuelve a ser la de dejar cocer en su propia salsa a los insensatos.

Y así no es de extrañar que Tsipras reaccionase inmediatamente después dando un nuevo bandazo, cual coche de choque cuya dirección resulta imposible de adivinar. En esta ocasión, contestó a Merkel manteniendo el referéndum y apoyando el 'No' al programa de ajuste. "Desde el anuncio del referéndum, la Europa oficial ha enviado señales de que está lista para discutir la reestructuración de la deuda", escribió en su blog el ministro Varoufakis. Y añadió: "Grecia permanecerá en euro. Los depósitos en los bancos griegos están seguros". Con el futuro de la moneda única en juego, los dos contendientes subían sus apuestas tirándose un farol.

Los griegos van a votar sobre un plan de medidas que ya no valen, y los alemanes sólo quieren volver a la mesa de negociación si cambian los gobernantes en Atenas

Al mismo tiempo, el BCE mantenía este miércoles una reunión que servía de recordatorio de la debilidad de la posición griega. En el Consejo de Gobierno de la institución sita en Francfort, los halcones presionaron para que se retirase la liquidez a la banca griega. Pero Draghi mantuvo la facilidad de liquidez congelada, lo justo para seguir asfixiando a los bancos griegos sin provocar una quiebra. Aunque algunas informaciones especulaban con el riesgo cada vez más alto de que alguna entidad no pudiese aguantar hasta el lunes a pesar del corralito.

La carrera para suscribir un tercer programa de rescate se antoja harto complicada y plagada de obstáculos. En principio, buena parte del trabajo hecho ya no sirve. Primero porque según los tratados hay que llevar a cabo otra evaluación y aprobar un nuevo paquete de condiciones. Y segundo, porque la situación económica se ha deteriorado drásticamente. Grecia ya no registrará un superávit antes de intereses sino un déficit. Hará falta más dinero, mayores esfuerzos y otra ronda de votaciones en diversos Parlamentos europeos incluido el germano. Además, materias como la reforma laboral o de la competencia fueron excluidas del último paquete y ahora habría que recogerlas, lo cual podría representar otra fuente más de disensiones con el Ejecutivo heleno.

En definitiva, los griegos van a votar sobre un plan de medidas que ya no valen, y los alemanes sólo quieren volver a la mesa de negociación si cambian los gobernantes en Atenas, un hecho que podría no ocurrir hasta septiembre, cuando de ganar el 'Si' probablemente se celebrarían nuevas elecciones. "La situación de incertidumbre puede alargarse bastante y en esos meses hay que financiar vencimientos por valor de unos 9.000 millones de euros. Habrá que ser muy imaginativos para lograrlo", comentaban fuentes al tanto de las conversaciones con Atenas.

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