Quantcast

Economía

Gas licuado de petróleo, el líder silencioso de los combustibles alternativos

Gas licuado de petróleo, el líder silencioso de los combustibles alternativos

La entrada en vigor del nuevo protocolo anticontaminación del Ayuntamiento de Madrid ha devuelto a la primera plana el futuro de los combustibles ecológicos, bajos o libres de emisiones. Habitualmente, como alternativa a los convencionales gasolina o gasóleo aparecen los modelos híbridos y, sobre todo, los eléctricos puros. Sin embargo, no es la alternativa preferida por el consumidor. Ese lugar lo ocupa al gas licuado de petróleo (GLP), también conocido como autogás, hasta el punto de que aparece en uno de cada cuatro coches matriculados en el último año y medio y que funciona con combustible alternativo.

Los motivos aparecen explicados en un informe elaborado por Applus Idiada y presentado recientemente por el Clúster Autogas, en el que se destacan  aspectos relacionados con la autonomía de los vehículos, la facilidad a la hora de encontrar puntos de repostaje, las bajas emisiones de CO2 que produce y también la amplia oferta de modelos en el mercado.

Un vehículo GLP es prácticamente imbatible en términos de autonomía, toda vez que es capaz de alcanzar los 1.100 kilómetros gracias a que cuenta con dos depósitos, uno de ellos de gasolina, que sólo entrará en servicio en el caso de que se agote el de autogás. Con este combustible, la autonomía se sitúa entre 300 y 400 kilómetros, suficiente para abandonar núcleos urbanos y alcanzar otros puntos de repostaje.

Precisamente, ésta es otra de sus ventajas. Según el citado estudio, en España hay actualmente 580 estaciones de servicios que cuentan con surtidor de autogás. Una cifra que contrasta con las apenas 57 gasineras destinadas a vehículos que emplean gas natural comprimido. Los puntos de recarga para vehículos eléctricos se elevan a 876, aunque cuentan con el inconveniente de los largos tiempos de recarga.

Cuestión de costes

El GLP también cuenta con un elemento que los consumidores consideran atractivo, como es el hecho de que un vehículo de gasolina puede ser transformado en uno de autogás, con un precio que varía entre algo más de 1.000 euros y que sólo en modelos de muy alta gama llega a los 3.000 euros que supone la transformación en un vehículo propulsado por gas natural vehicular (una opción que no es posible en el caso del coche eléctrico). Un coche de autogás es algo más caro que su par en versión gasolina (unos 1.000 euros).

En cuanto al coste de los trayectos, el estudio incluye varios ejemplos significativos con los distintos combustibles. Así, un trayecto medio entre Madrid y La Coruña supondría unos 30,5 euros en un coche de autogás, muy similar a los 28 euros que presenta un vehículo diésel, mientras que el trayecto se prolongaría tan sólo durante 10 minutos más.

El viaje sería tres veces menos costoso en un coche eléctrico pero el tiempo empleado se iría por encima de las 11 horas (debido a la necesidad de una recarga completa) frente a las menos de seis para un vehículo de autogás.

De acuerdo con datos de la Dirección General de Tráfico, un 1,8% de los nuevos vehículos matriculados son de GLP, frente a la cuota del 0,4% que presentan los coches que funcionan con gas natural vehicular y el 0,3% de los eléctricos. No obstante, España está a la cola de Europa en cuanto a autogás, ya que tan sólo se matriculan 1,2 coches de este tipo por cada 1.000 habitantes. Una cifra muy alejada de la media de la Unión Europea, que se sitúa en 15,4, y que palidece frente a la registrada en países como Italia (36,5), Bulgaria (70,1) y Polonia (78,4).

Tecnologías no excluyentes

En cuanto el punto de vista medioambiental, la partida la gana claramente el eléctrico, que no genera ningún tipo de emisiones contaminantes. Sin embargo, los coches que funcionan con autogás tienen la etiqueta ECO, es decir, de muy bajas emisiones (que podrían circular por Madrid incluso en elevados escenarios de protocolo medioambiental) ya que llegan a reducirlas un 15% en relación con un motor de gasolina. Esta circunstancia queda, además, compensada por el hecho de que en la obtención del combustible se generan menores emisiones de CO2 que en la generación de la energía eléctrica necesaria para mover un coche.

Hasta agosto se habían matriculado más de 12.000 vehículos GLP en España, casi seis veces más que en el mismo periodo del pasado año. Además, el número de transformaciones desde vehículos convencionales de gasolina o diésel se había multiplicado por 1,5.

No obstante, el director general del Clúster Autogás, José Luis Blanco, considera que ninguna de estas alternativas tiene que excluir al resto. Todas son igualmente válidas aunque no cubren las necesidades del consumidor por igual, especialmente por su diferente fase de desarrollo tecnológico.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.