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Economía

Según el INE, los salarios cayeron un 7,1% en términos reales en los últimos 3 años

El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, durante la sesión de control al Gobierno celebrada en el Senado.

Los salarios descienden un 7,1 por ciento en términos reales desde junio de 2010 a junio de 2013. Es decir, una vez se resta la inflación a los datos recogidos en la encuesta de costes salariales del INE, las retribuciones pierden capacidad adquisitiva en los últimos tres años, algo que no pasaba desde el 2005, año en el que cedieron un 0,8 por ciento. Es más, semejante pérdida de poder de compra representa una vuelta a los niveles del 2002.

Al comienzo de la crisis, se dio la paradoja de que la inflación se derrumbó mientras los sueldos mantenían su inercia al alza. Lo cual provocó que entre junio de 2008 y junio de 2010 los costes salariales se elevaran un 4,6 por ciento en términos reales. La falta de carga de trabajo se ajustaba vía número de trabajadores en lugar de vía número de horas reducidas y ello se tradujo en que los que mantenían su empleo incluso ganaron poder de compra.   

Pero tras cinco años de crisis, los salarios ahora también caen en términos nominales. De hecho, en 2012 los costes salariales se desplomaron un 3,9 por ciento en términos nominales y un 6,8 por ciento en términos reales al restarle el IPC. Esta estadística del INE no incluye ni a la Administración Pública ni las indemnizaciones por despido.

Pero si la percepción es que los salarios caen aún más...

Este tipo de indicadores parece mostrar una realidad bastante alejada de lo que se percibe a pie de calle, donde se antoja que las remuneraciones caen bastante más. Y ello quizás se explica porque el grado de retribución va por sectores: entre los universitarios prácticamente existen los mismos niveles de paro que en el resto de Europa y por lo tanto sus nóminas han sufrido menos. Se trata de los estratos menos cualificados, principalmente los relacionados con la construcción, donde los sueldos disminuyen en mayor medida.

Por otra parte, son aquellos que se reenganchan al mercado laboral los que se someten a los recortes más sustanciales de sus salarios. Sin embargo, estas incorporaciones no suponen el grueso de los trabajadores y, en consecuencia, no rebajan tanto la media de los costes salariales.

Además, las estadísticas parecen contener un sesgo hacia las empresas más grandes y los sectores de los que es más fácil recolectar información. Así, los convenios colectivos contemplan este año alzas medias pactadas cercanas al 0,6 por ciento, y pueden cerrar el año con subidas en el entorno del 0,4 por ciento. Sin embargo, estas cifras sólo se aplican a 3,7 millones de trabajadores y no recogen muchísimos casos que se han descolgado del convenio mediante un simple acuerdo entre patrono y empleado.  

Y otro ejemplo: la Agencia Tributaria elabora periódicamente un informe de ventas, empleo y salarios; pero de nuevo sólo abarca las grandes empresas. Aun así, este estudio ya refleja en 2012 una aminoración de las retribuciones del orden del 0,3 por ciento.

Los costes laborales unitarios también bajan

Al mismo tiempo, se está dando otro fenómeno. Tras haber despedido en masa, los empleados que permanecen trabajan más horas por el mismo sueldo y eso contribuye a un menor coste por hora trabajada y por unidad de producción.

De ahí que los costes laborales unitarios, que incluyen todo lo que se destina a costear el factor trabajo desde el sueldo a las compensaciones, indemnizaciones o cotizaciones, hayan caído más que los salarios nominales. Entre 2010 y 2012, cedieron un 5,7 por ciento mientras que en la zona euro aumentaron un 2,1 por ciento. O sea, que en ese periodo recuperamos 7,8 puntos de competitividad con Europa. Y de junio de 2012 a junio de 2013, los costes laborales unitarios han descendido en España un 2,3 por ciento, en comparación con el 1,1 por ciento que han repuntado en el resto de la eurozona.

En definitiva, la devaluación interna que salvo en algún lapsus tantas veces defiende Montoro está ocurriendo. Y ello tiene malas consecuencias para los ciudadanos y buenas para la corrección de los desequilibrios económicos, lo que a su vez debería terminar revirtiendo en el bolsillo del tipo de a pie, aunque muy probablemente lo hará a paso de tortuga y más allá del horizonte electoral de 2015.

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