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Economía

El Consejo de Competitividad deja de reunirse y sienta las bases para su disolución

Galán (Iberdrola) charla con Rajoy, en una visita del CEC a Moncloa. Detrás, González (

El Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), el lobby que en 2011 crearon 15 de las mayores empresas y entidades del Ibex y de la Empresa Familiar (IEF), está herido de muerte y avanza hacia su disolución.

Según confirman a Vozpópuli varias fuentes de las empresas que lo forman, el lobby que nació cuando España estuvo a punto de ser rescatada por la crisis, para defender los intereses de las grandes del Ibex ante el Gobierno y hacer bandera de la Marca España, ha dejado de reunirse y “vive en un estado de inanición”.

Los grandes prebostes del Ibex y de la Empresa Familiar han preferido ‘esconder’ al lobby para evitar posicionamientos políticos tras los resultados electorales del 20D y la incertidumbre política que viene sufriendo España durante todo este año, y que se ha prolongado este verano tras el 26J.

Desaparecidos Emilio Botín e Isidoro Álvarez, ni Ana Botín (Santander) ni Dimas Gimeno (El Corte Inglés) tienen el más mínimo interés en el CEC, al igual que muchos de sus otros integrantes

El Consejo ya no se reúne. Ha habido algún encuentro este año, pero ha sido meramente testimonial y no ha acudido ninguno de los grandes representantes”, afirma una fuente de una entidad que forma parte del organismo. César Alierta, que dejó su cargo de presidente de Telefónica en abril pasado, ha aceptado seguir como presidente del CEC hasta febrero de 2017.

Intentó marcharse en su día, lo que abrió un proceso en el que tanto Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) como Antonio Huertas (Mapfre) se postularon para relevarle, pero el proceso se truncó porque ninguno de los aspirantes contaba con el beneplácito de buena parte del lobby.

Así que Alierta ha tenido que seguir, ahora desde su responsabilidad como presidente de la Fundación Telefónica, sabedor de que más de medio CEC vería con buenos ojos la disolución progresiva del lobby, o en su caso “su integración como Comisión Ejecutiva o departamento dentro de la CEOE, para contribuir a revitalizar el papel de la patronal”, señala otra fuente.

El caso es que desaparecidos Emilio Botín e Isidoro Álvarez, ni Ana Botín (presidenta del Santander) ni Dimas Gimeno (presidente de El Corte Inglés) tienen el más mínimo interés en que el CEC siga existiendo.

Algunos de sus miembros defienden su disolución silenciosa y ordenada y otros preferirían que se integrase como "Comisón Ejecutiva de la patronal CEOE" 

Tampoco el BBVA, La Caixa, con Isidro Fainé fuera de la actividad bancaria (ahora en la Fundación y en Criteria), Acciona, Repsol, Inditex y la propia Telefónica que ahora preside José María Álvarez-Pallete, entre otras entidades, están por la labor de recuperar el CEC, “que lo mejor sería que se disolviera sin hacer ruido o que se integrara en CEOE”, apunta otra fuente.

El Consejo para la Competitividad ni quiere ni puede ni debe, según la mayoría de sus integrantes, tomar posiciones en los dos grandes temas políticos que atenazan el presente y el futuro de España, la formación de Gobierno y el proceso independentista en Cataluña.

De ahí que su papel como instrumento de influencia política y empresarial para el que fue creado sea precisamente ahora el que menos desempeñe, quedando relegado a “una simple oficina dirigida por Fernando Casado que no tiene casi actividad”, señala otra fuente.

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