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Economía

Los españoles afrontan la vuelta de curso más dura en décadas, con subida de precios y caída de salarios

Rajoy en la apertura de curso político por parte del PP en Soutomaior

Empieza el curso más difícil para los bolsillos de los españoles en décadas. Al tiempo que los ingresos y los ahorros de las familias se reducen, los precios se disparan. Para los que hayan podido disfrutarlas, la vuelta de las vacaciones se presenta con una cruenta batería de alzas, desde el IVA a los combustibles pasando por la factura de la luz y el gas o el coste de las medicinas y la educación. Y todo ello se añade a los recortes de ayudas y las subidas del IRPF, del IBI o las tasas municipales, entre muchas otras.    

Algunos comercios incluso han adelantado el repunte del IVA para poder publicitar que mantienen sus precios. De hecho, en agosto, antes del nuevo recargo, la inflación ya se sitúo en el 2,7 interanual a pesar de una caída del consumo a tasas superiores al 2 por ciento.

Una porción importante de la escalada del IPC se debe a unos combustibles en máximos históricos. Éstos llevan acumulados a lo largo del año unos incrementos que rondan el 10 por ciento pese a que la cotización del crudo se ha rebajado con la crisis.

Sin embargo, el Gobierno no se molesta en atajar el encarecimiento de los carburantes, que siempre coincide con las vacaciones. “Se trata de un sector donde apenas entran competidores extranjeros y sólo las grandes superficies lo ofrecen más barato”, explica un experto en Competencia. El Estado quizás prefiera no meter mano porque ya se embolsa una parte de la tarta vía impuestos, aproximadamente un 47 por ciento por litro.

Esta crisis puede haberse originado en el endeudamiento privado, pero el sector público está rematando lo poco que queda de actividad al cargar el ajuste sobre las familias. La subida del IVA se trasladará en parte a los precios, y según estimaciones de la propia Hacienda podría sustraer unos 436 euros más al año por hogar. El tipo general sube del 18 al 21 por ciento; el reducido del 8 al 10 por ciento y multitud de productos pasan del 8 al 21.

Ahora que empieza el curso, el coste de la educación también se resentirá. Por un lado, con la subida del IVA el tipo del material escolar salta desde el 4 al 21 por ciento. Por otro, las matrículas universitarias subirán hasta 540 euros por curso y la partida de becas sufrirá un recorte de, al menos, el 10 por ciento. Los comedores dejarán de ser gratuitos. Y cada región buscará la forma de repercutir sus gastos sobre el ciudadano. Por ejemplo, en Madrid se cobrará una tasa de hasta 250 euros por cursar la FP y en Cataluña los niños tendrán que abonar tres euros por calentar la comida.

Por toda España, las guarderías se encarecen. Algunas incluso duplicarán sus tarifas. Y otro tanto sucede con el billete del transporte público, que también se ha ajustado al coste del servicio porque los subsidios se reducen.

El Gobierno ha permitido que se eleven un 10 por ciento los peajes de las autopistas dependientes del Estado para compensar a las empresas concesionarias por la caída de la actividad.

Otro capítulo que se alza sin freno es el de la energía. La luz ha subido un 3,95 por ciento en julio, un 7 por ciento en el año y su factura se ha duplicado a lo largo de la última década. Sin embargo, al mismo tiempo se ha disparado el déficit de tarifa, la diferencia entre lo que se cobra al usuario y lo que nos cuesta el sistema eléctrico, hasta los casi 30.000 millones. Sólo en 2012 la cifra acumulada supera los 3.000 millones y ello augura precios aún más caros, sobre todo después de una sentencia del Supremo que ordena que se refacturen los recibos de la luz para trasladar al consumidor el coste real del suministro. En julio, el gas subió un 2,26 por ciento, el tercer repunte en apenas siete meses. Y el butano se ha encarecido más de un 8 por ciento en lo que llevamos de año.

Durante la bonanza, los municipios podían financiarse gracias al suelo, pero ahora tienen que cobrar por sus servicios con un IBI más caro, más tasas municipales, sobre todo basuras, y, por supuesto, más multas.

Por no hablar de la Sanidad. Si un hijo no ha tenido empleo y cumple los 26 años, tendrá que acogerse a un seguro privado en caso de enfermedad. Los jubilados abonan ya el 10 por ciento de sus medicinas con topes fijados en los 8, 18 o 60 euros al mes según su renta; mientras que los trabajadores costean el 50 en lugar del 40 por ciento. Además, se han excluido más de 400 fármacos de las listas que cubre la Seguridad Social.

Estas gravosas cargas se amontonan sobre las espaldas de los españoles aun cuando sus remuneraciones se han reducido de media en el primer trimestre de 2012 un 3,2 por ciento, según datos del INE. En el mismo periodo, la renta disponible descendió un 1,6 por ciento y la tasa de ahorro cayó un 3,3 por ciento para colocarse en el terreno negativo, un -0,6 de su renta disponible. Esta erosión del ahorro se explica porque los españoles en el primer trimestre gastaron más que lo que ingresaron. Las huchas de los ciudadanos también han padecido los números rojos de los mercados, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la comercialización de preferentes y acciones con el fin de socializar las pérdidas de los bancos.

De acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Empleo, la subida salarial media recogida en los convenios se ubica en el 1,5 por ciento en julio, por debajo de la inflación del 2,2 por ciento de ese mes y por lo tanto una pérdida de poder adquisitivo.

Pero lo que más castiga los ingresos de las familias son sus miembros en paro. A éstos les han recortado el subsidio a partir del sexto mes del 60 al 50 por ciento de la base de cotización. Y para los que hayan agotado la prestación, el Gobierno ha endurecido las condiciones de acceso a las ayudas de 400 euros.

Los funcionarios, uno de los pocos grupos con el empleo asegurado y que por tanto apoya al resto de su familia, han encajado la supresión de la paga extra de Navidad tras los recortes de sueldos. En el sector público, muchos eventuales han perdido su trabajo y ahora se abre la puerta a numerosos despidos de interinos.

La incertidumbre se recrudece y pesará sobre el comportamiento de la economía. Prisioneros del euro, la única salida de la crisis consiste en un someterse a un proceso devaluación interna para ganar competitividad al tiempo que nos pasan las facturas de los despilfarros anteriores con más impuestos, menos crédito y unas alzas de precios que precisamente dañan nuestra competitividad. 

Seguimos a merced de la ayuda de Europa sin vislumbrar una solución y sin comprobar que nuestros políticos se estén apretando el cinto… Si bien las vacaciones desactivaron las protestas, se presagia un otoño trufado de indignación.

Aunque quizás lo peor de todo sea el número de interrogantes que pesa sobre un Gobierno que ha perdido el control de la situación y que se muestra incapaz de señalar el camino hacia una tierra prometida al final de tantos sacrificios: ¿podrá el Gobierno acordar un rescate blando que eluda condiciones demasiado onerosas?, ¿conseguirá reconducir el déficit con una economía en recaída?, ¿será capaz de culminar la reforma financiera sin que ésta lastre aún más al país?, ¿habrá cambio de ministros?, ¿aguantará la presión de la calle?... y quizás lo más importante de todo: ¿nos veremos abocados a algún tipo de restructuración de nuestra deuda?

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