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Economía

Claves para afrontar con éxito la sucesión empresarial

Un trabajador en una imagen ajena a la información.

Muchos empresarios han sido capaces de combinar diversos factores que les han permitido desarrollar un proyecto empresarial exitoso: su carácter emprendedor, su visión, su liderazgo, su dedicación, su esfuerzo, su pasión, su valentía… Gracias a ello han originado compañías y grupos empresariales y, en algunos casos, importantes patrimonios que son la principal fuente de riqueza y de ingresos de su familia.

A todos, por cuestión vital del paso del tiempo y edad, les toca afrontar el proceso sucesorio. En este aspecto no hay incertidumbre, no es una cuestión que pueda suceder o no. Sabemos que va a suceder. Sin embargo, no siempre se toma conciencia de ello, ni se le dedica el tiempo que precisa.

En este sentido, si cuidar la empresa es clave para que pueda ser en el futuro de los hijos, lo es aún más preparar a éstos para que puedan ser buenos empresarios. No hay una receta que asegure el éxito, pero sí hay mucha experiencia y muchos casos que han demostrado que determinadas prácticas y formas de actuar a la hora de abordar la sucesión hacen que la probabilidad de éxito sea mayor.

En primer lugar, la educación y preparación de los hijos como base para su desarrollo posterior es fundamental, así como enfocar y preparar la sucesión al menos cinco años antes de la edad normal de retiro. Debería de existir un periodo de convivencia en la empresa, donde se preparan el/los sucesores con el apoyo del empresario, se completa el equipo clave si es necesario con no familiares, se puede rectificar algún planteamiento, etc.

Aplicar la valentía que caracteriza al empresario en los negocios a este ámbito es necesario en este desarrollo, porque dejar que las cosas ocurran sin preparación ni control suele producir peores resultados. Asimismo, es recomendable una visión constructiva y buena comunicación, que proporciona seguridad y conocimiento, aumenta la eficiencia y asegura que el mensaje sea único.  

Así, es fundamental plantear la sucesión en función del tamaño y modelo empresarial, además de  analizar y considerar las capacidades, conocimientos, actitud y motivación del sucesor. En este sentido, organizar la sucesión con tiempo facilita que el empresario pueda tutelar el proceso, apoyar a los sucesores y corregir aspectos si se evidencia que no funcionan como se esperaba. Además, resultará clave saber irse y delegar a tiempo, dejando organizada la empresa y garantizando el éxito perdurable en el tiempo.

La elección del líder es clave en cualquier proceso sucesorio, pero a la vez hay que pensar en la estructura y reparto de roles más adecuada para el negocio y la familia.

La experiencia ha demostrado que es un proceso complejo  que sin un externo independiente es difícil llevar a cabo  por la diversidad de materias que entran en juego: en una sucesión se plantean temas de negocio y estrategia empresarial, de comportamiento de las personas, jurídicos, fiscales, etc. Hay un abanico de aspectos que hay que analizar desde distintas ópticas que requieren un conocimiento técnico que no es el que requiere el día a día de las empresas. Se requiere un equipo experto en empresa familiar, no es sólo una cuestión jurídica o fiscal.

Del mismo modo, es vital para evitar perderse o quedarse a medias en el camino: un experto aporta claridad y agilidad en el proceso gracias a la metodología y experiencia. También lo es para facilitar la mediación y asegurar que todos participan: al abordar temas en los que entran en juego intereses y circunstancias de un conjunto de personas, es fundamental contar con una figura independiente que actúe como mediador, ya que favorece el entendimiento y suaviza la tensión cuando es necesario.

Una de las partes más gratas cuando se finaliza el plan de sucesión o un protocolo familiar es constatar el alivio que siente el empresario, que se ha quitado un peso de encima, y ha dado respuesta a un tema que sabía importante para la continuidad de la empresa.

Por su parte, los descendientes se sienten más reconocidos al haberles tenido en cuenta en el proceso, mejor informados de cómo va a ser el futuro de las relaciones empresa-familia y de los roles que se espera de cada uno y más motivados gracias al mejor conocimiento que tienen de lo que se espera de ellos.

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