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Economía

Cataluña se niega a recortar y aumenta el gasto en subvenciones en medio del órdago independentista

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas.

Cataluña apenas aplica la tijera en los capítulos de gasto corriente. Pese al supuesto control de Hacienda exigiendo facturas a cambio de la ayuda financiera del FLA, entre septiembre de 2012 y septiembre de 2013, los capítulos de consumos intermedios, subvenciones y resto de empleos corrientes han aumentado, señal inequívoca de la falta de voluntad de meter mano a la estructura de gasto de la Generalitat. De poco importa la austeridad cuando la partida de subvenciones ha repuntado desde los 458 millones a septiembre de 2012 a los 473 millones de septiembre de 2013, y los consumos intermedios de 3.421 millones a 3.557 millones, de acuerdo con las cifras facilitadas por la Intervención General del Estado.  

Cualquier fuente conocedora del estado de las cuentas autonómicas se queja del hecho de que la Generalitat de Artur Mas simplemente se ha negado a recortar. Sólo se ha ajustado el coste de personal y en prestaciones de servicios. Y buena parte del equilibrio de las cuentas se confía a unas ventas y privatizaciones que todavía no se han llevado a cabo. De ahí que su déficit público continúe prácticamente en los mismos niveles que el año pasado.

Detrás del órdago nacionalista se esconde la intención de mantener una estructura de gasto del entorno de los 33.000 millones al año, tal y como se recoge en unos Presupuestos prorrogados, cuando por ejemplo la Comunidad de Madrid tan sólo presupuesta unos 17.000 millones. Para lo cual ha necesitado en dos años, entre pago a proveedores y Fondo de Liquidez, la ayuda de Hacienda por valor de 24.000 millones de euros. "Siempre esperan que haya una nueva línea de asistencia financiera con tal de no tener que recortar", reconoce una fuente cercana a Hacienda.

Y en cuanto se pacten los Presupuestos con ERC, se antoja muy difícil que se planteen nuevos recortes. Qué tiempos aquellos en los que al principio de la legislatura, enfrentado con el desmadre de las cuentas del Tripartito, el president Artur Mas se paseaba por Madrid haciendo gala de cómo la austeridad no le restaba votos.

Pero ese prurito con la podadora le duró poco. Ya en 2012, pese a ser una de las mayores incumplidoras de entre todas las Comunidades Autónomas, la Generalitat catalana sólo recortó un 1 por ciento el gasto corriente según los cálculos de Fedea.

Respecto a 2013, con los datos hasta septiembre proporcionados por la Intervención General del Estado, el déficit de los presupuestos catalanes presenta una evolución demasiado parecida a la del año pasado, un 1,38 por ciento del PIB frente al 1,49 por ciento que se registró en septiembre de 2012. Sólo que este año tienen que reducir el déficit hasta el 1,58 y no hasta el 2,21 que finalmente se obtuvo el año pasado después de haber privatizado a última hora y a toda prisa Aguas Ter-Llobregat y los túneles del Cadí y Vallvidrera.

Con un 1,38 por ciento del PIB de déficit hasta septiembre, Mas ya se ha comido casi todo el objetivo fijado del 1,58 por ciento, y la patente desviación parece imposible de enderezar porque a finales de año siempre se acumulan muchos desembolsos. De hecho, el president ya ha reconocido en público que no cumplirá, a pesar del déficit a la carta concedido por Montoro. Y por esta razón, otras Comunidades tendrán que ajustarse más para tener contenta a Cataluña.

Vistos los números, Hacienda ha exigido a la Generalitat que aplique un decreto de no disponibilidad. Mas-Colell confía en las ventas de activos, que representan un tercio de todo el ajuste planeado y que se concentran en los últimos meses del ejercicio. Con un PIB de 129.260 millones, un ajuste desde el 2,21 por ciento del PIB hasta el 1,58 por ciento del PIB asciende a los 1.200 millones, de los cuales unos 460 millones se pretenden cubrir con dichas ventas.

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