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Economía

Bitcoin: así funciona la primera moneda virtual del siglo XXI... o la primera burbuja real

Bitcoin, la nueva divisa virtual

Bitcoin es, entre muchas otras cosas, una moneda virtual. Sirve para realizar pagos en internet y, entre otras muchas cosas, para despertar todas las alarmas de todas las tradicionales autoridades monetarias del planeta porque, al cambio, la divisa virtual se paga ya a unos 1.000 dólares dólares o unos 731 euros analógicos.

La divisa parte de la misma premisa que la de los metales preciosos: hay una cantidad limitada de bitcoins en el mercado y hay que “minar” más para poder aumentar su oferta. Pero al contrario que con el oro, los mineros no son obreros mal pagados sino ingenieros informáticos repartidos por el mundo que deben realizar complejos cálculos matemáticos antes que nadie para validar las operaciones de compra-venta realizadas con la nueva moneda. Si lo consiguen, esos mineros reciben en pago 25 bitcoins, es decir, unos 25.000 dólares o más de 18.000 euros por cada algoritmo. El resultado es un ejército de “mineros” o ingenieros informáticos ejerciendo como “banqueros centrales” por todo el planeta: son los encargados de acuñar la nueva moneda validando cada transacción hasta convertir su profesión en una de las más lucrativas en la industria informática en estos momentos.

Pero el enriquecimiento no se ciñe a los ingenieros. La divisa en sí se ha convertido en algo tan caliente que es la moneda que más valor han ganado en los últimos 6 meses en los que el bitcoin se ha disparado, hundido y vuelto a disparar. En julio, tocaba los 100 dólares, en octubre los 200 y desde mediados de diciembre hasta mediados de enero, la revalorización es de casi el 100% y el valor del bitcoin ha saltado de los 500 a los 1.000 dólares. También se ha convertido en la más volátil del mundo. Su valor cayó un 20% cuando China anunció que prohibía los pagos con esa moneda en su territorio y tocó su máximo histórico cuando la compañía de videojuegos Zynga anunció que permitía pagos en esa moneda.

El sistema Bitcoin se creó en el año 2008 por un personaje llamado Satoshi Nakamoto que desapareció de la red a mediados de 2010 y del que, a día de hoy, nadie es capaz de aclarar si es un hombre o una mujer, si sigue vivo o no y dónde. Aunque las divisas virtuales habían existido antes de la suya (con nombres como DigiCash y Bit Gold) y siguen existiendo a día de hoy (con rivales como dogecoin) su gran aportación fue resolver la cuestión de cómo evitar el fraude, es decir, su gran aportación fue la de poner a trabajar a los llamados “mineros”, limitando el número de nuevos bitcoins emitidos cada año.

  • Los ingenieros validan operaciones con puzles matemáticos cada vez más complejos hasta el punto de que los ordenadores personales se han convertido en demasiado lentos para resolverlos y son ya servidores profesionales los que se encargan de validar con sus respuestas cada operación virtual.
  • La moneda tiene un límite en su crecimiento: Sólo se pueden crear 25 bitcoins cada 10 minutos. En total, el sistema admite 21 millones de bitcoins de los cuales sólo la mitad están actualmente en circulación y su pico de emisiones llegará en el año 2140, según el sistema actual.

El resultado final es que la moneda ha comenzado a saltar del mundo virtual al real. A día de hoy hay un cajero automático de bitcoins Vancouver otro en Hong Kong y compañías de “minería” han comenzado a surgir con nombres como MegaBigPower o HashFast Technologies con procesadores especializados en la velocidad que requieren las operaciones con las que se acuñan bitcoins.

Alerta de los bancos centrales analógicos

Para quienes defienden la nueva moneda, la divisa democratiza el monopolio que los bancos centrales tienen en el panorama tradicional y, sobre todo, empieza a instalarse en el mundo real. En países como Estados Unidos, cada día es más fácil pagar con bitcoins en restaurantes, cines u otros servicios sin implicar a las entidades bancarias y, por tanto, sin pagar comisiones.

Pero para esos bancos centrales, la nueva moneda está tan plagada de riesgos que la Autoridad Bancaria Europea (EBA) emitió el pasado 12 de diciembre una alerta global a los consumidores. En ella recordaba varios de los problemas que la cuestionan:

  • Su valor no está respaldado por ningún banco central, es decir, si se deprecia hasta cero, ninguna entidad es responsable. Esa volatilidad es una de las grandes preocupaciones de los banqueros centrales.
  • Las carteras virtuales en las que los usuarios almacenan sus bitcoins pueden ser atracadas o “hackeadas” sin que ninguna autoridad sea responsable de perseguir ese robo. Igualmente, si el usuario pierde la contraseña de su cartera, no hay una autoridad a la que recurrir para recuperar el valor que guarda.
  • Las plataformas en las que se compran y venden bitcoins, igualmente, pueden ser cerradas sin que haya más responsabilidad que la de la plataforma misma. “Esas plataformas no son bancos” –afirma la EBA—“por lo que su quiebra no tiene ninguna protección específica”.
  • Las ganancias no están libres de impuestos, afirma la EBA. Paradójicamente, pese a que los banqueros centrales afirman que pueden conllevar pérdidas, los gobiernos advierten que pueden cobrar por las ganancias. “El IVA o las ganancias de capitales pueden tributar en su país”, advierten las autoridades monetarias

Economistas como Paul Krugman han advertido ya que se trata de la primera burbuja del siglo XXI, sólo comparable a la de los tulipanes en la Holanda del siglo XVIII. Pero los usuarios siguen desafiando esa advertencia y el valor de la moneda sigue creciendo sin freno. Tanto que algunos países como Estados Unidos empiezan a llevarla a tribunales como los de España.

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