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Economía

Bankia cierra la puerta a una fusión hasta finales de 2017

José Sevilla, consejero delegado de Bankia.

Bankia lleva cuatro ejercicios perdiendo grasa. Bruselas exigió un severo plan de adelgazamiento de su activo a cambio de las millonarias ayudas para su recapitalización. Desde finales de 2012, el ejercicio de su nacionalización, el tamaño se ha reducido en 90.000 millones, hasta cerrar el primer semestre de 2015 con unos activos de 219.000 millones. La dieta continuará en próximos trimestres. Incluso, el tamaño podría quedar por debajo de los 200.000 millones si el incremento del crédito no supera la desaparición en el balance de los bonos de la Sareb (18.100 millones) y la reducción de las carteras de renta fija. Un tamaño con el que se sienten cómodos los actuales gestores de la entidad que descartan cualquier tipo de operación hasta finales de 2017, fecha en la que expira su plan de reestructuración aprobado por Bruselas.

"Nos sentimos cómodos con el tamaño de banco que tenemos. Además, contamos con presencia en todo el territorio nacional", admite José Sevilla, consejero delegado del grupo. Una presencia que se ha convertido en testimonial en determinadas capitales de provincia que no pertenecían al área de influencia de las siete cajas, que conformaron la entidad, o en determinadas comunidades con gran influencia en el PIB nacional, como es el caso de Cataluña.

Hasta finales de 2017, Bankia está limitada a realizar cualquier tipo de operación de crecimiento orgánico. Así se recoge en el plan negociado con Bruselas. Una situación que no tiene vuelta de hoja, según se desprende de las palabras del número dos. "Competencia piensa que el dinero de los impositores no está para hacer compras", aseguró este lunes en la presentación de resultados del grupo, reafirmando la negativa de Bruselas. Sin compras, Bankia perderá la posibilidad de ganar músculo financiero, en la próxima ronda de fusiones, para generar una rentabilidad más alta y, en definitiva, mayor retorno para los accionistas en un entorno en el que se extrangula cualquier resquicio del balance con el objetivo de presentar mínimos crecimientos en los márgenes.

El tamaño podría quedar por debajo de los 200.000 millones si el incremento del crédito no supera la desaparición en el balance de los bonos de la Sareb (18.100 millones) y la reducción de las carteras de renta fija

"No nos planteamos hacer compras porque no tenemos esa opción hasta final de 2017", explicó Sevilla. De su mensaje se traduce que la posibilidad de realizar una operación corporativa no será una de las restricciones que elimine Bruselas a Bankia como premio a adelantar dos años los objetivos del plan de reestructuración. Una limitación que condicionará el nuevo plan estratégico a tres años que ya ha comenzado a perfilar el equipo de José Ignacio Goirigolzarri.

En este nuevo plan, como avanzó Sevilla, se fijará una política anunciada de dividendos. Para este año, la entidad aún no ha decidido si se mantendrá el 'pay out' del 27% del pasado ejercicio o se incrementará por los mayores beneficios con los que se cerrará este 2015. Hasta junio, Bankia gana 556 millones, un 11,5% más. La mejoría ha llegado por la contención de los costes, los mayores ingresos por comisiones y operaciones financieras y, sobre todo, por la caída de las provisiones en un 24%. Los beneficios del banco cotizado superarán el entorno de los 1.100 millones para este ejercicio si logra un ROE (rentabilidad sobre recursos propios) del 10%, con un incremento de en torno al 47% respecto a los 747 millones del 2014, año en el que ya se produjo un aumento del resultado del 83,3% respecto al 2013.

La entidad nacionalizada va camino de cumplir esas previsiones. Al final del primer semestre, el ROE de Bankia alcanza el 9,8%, frente al 7,9% del mismo periodo del año anterior.

Según Sevilla, la entidad va por delante del plan para 2015 en rentabilidad (casi toca ya el 10% de ROE marcado), en liquidez (ha recortado en 50.000 millones la dependencia del BCE), en morosidad (han caído un 25% el saldo de dudosos), con una cobertura del 60%, y una eficiencia (sin extraordinarios), del 44,3%. Todos estos ratios se resumen en un nivel de capital ordinario BIS III, el de máxima calidad, del 11.3%. El número dos recordó que esta cifra supone casi doblar la cifra que tenía Bankia cuando recibió el dinero público.

Unos buenos datos construidos desde la frágil situación actual del negocio típicamente bancario, en un entorno de tipos de interés en mínimos históricos. De hecho, el margen de intereses de Bankia, que mide lo que gana la entidad con los créditos y lo que paga por los depósitos, presenta una caída del 2,8% por la depreciación de los bonos de la Sareb. El mismo instrumento que, en anteriores trimestres, sirvió para incrementar notablemente la parte alta de la cuenta de resultados de la entidad. Sin el efecto de la Sareb, el margen de intereses habría subido un 6%.

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