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Economía

El doble juego de Merkel: Berlín frenará la liquidación de bancos cuando le convenga

El ministro de Finanzas y presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

La UE pretende que los bonistas y los grandes ahorradores de los bancos en liquidación soporten las pérdidas… Pero, ¿y si es Berlín quien no quiere?

La crisis soberana europea avanza a golpe de tambor, indiferente a los sufrimientos de las poblaciones periféricas hacinadas en las galeras. Sobre el papel, inspirados por las musas de la ortodoxia económica, los mandatarios del Norte se muestran muy seguros de lo que hay que hacer. Y este lunes enseñaron de nuevo la patita.

Un holandés de nombre impronunciable, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijjselbloem, se atrevió a adelantarlo: Europa tiene la intención de que haya un sistema de resolución de entidades que reparta las pérdidas entre los accionistas, bonistas y ahorradores por encima de los 100.000 euros, al igual que se ha hecho en Chipre. La mismísima canciller Merkel se congratuló este lunes en público de que pagasen “los responsables de la crisis”.

La sola mención de la idea provocó por un momento el pánico en todas las plazas financieras. Prácticamente en cuestión de minutos, Jeroen Dijjselbloem tuvo que retractarse y matizar mucho sus palabras, mediante un comunicado en el que recordaba que los programas de rescate se diseñan a la medida de los países y, por lo tanto, no son aplicables al resto.

Sin embargo, al día siguiente, la Comisión Europea reconoció que el actual borrador del sistema de resolución de entidades contempla que los bonistas y los depósitos superiores a los 100.000 euros encajen quitas.

Aunque semejante esquema no entrará en vigor hasta 2018, la incertidumbre ha sido sembrada. Desde ahora, cualquier episodio de crisis puede resucitar las pérdidas de los depositantes e iniciar una corrida bancaria. Cualquier rebrote puede animar a los inversores a vender sus bonos y acciones de los bancos europeos, en especial de los periféricos.

Las reglas de liquidación de entidades

La clave reside en el reciente desguace del SNS, la cuarta mayor entidad de los Países Bajos. El Gobierno de la Haya decidió simplemente aplicar la ley y que los agentes absorbiesen las pérdidas de acuerdo con la prelación habitual. Esto es, primero se liquida a los accionistas, luego a los bonistas y preferentistas y, finalmente, si aún quedan minusvalías por cubrir, se carga contra los ahorradores con más de 100.000 euros.

En Dinamarca también se ha empleado esta fórmula y, en líneas generales, éste es el formato que se busca implantar en toda la eurozona. Sin embargo, tal modelo contrasta con lo que hasta ahora ha sido la norma en los rescates bancarios de la UE: la inyección de préstamos a los Estados para que éstos, a su vez, recapitalicen la banca, lo que ha permitido que los bonistas senior y los depositantes salgan siempre indemnes. A la vista este modo de proceder durante la crisis, ¿estamos seguros de que Alemania va a querer cambiarlo y que paguen los ahorradores y bonistas senior por los bancos reestructurados?

El 'modus operandi' viene definido por el Anglo Irish Bank, la entidad irlandesa con la que los europeos contravinieron toda la normativa comunitaria al brindarles ayuda incluso a pesar de no constituir una entidad solvente. Este banco habría sido el candidato ideal para seguir el libro de texto de la economía liberal y desmantelarlo. Del mismo modo que las entidades chipriotas, se trataba de una institución sumida hasta las cejas en la especulación de todo tipo. Sólo que en este caso los alemanes se vieron pillados. Al tirar de hilo, descubrieron que buena parte de los acreedores eran los bancos, aseguradoras y fondos germanos… Así que en esta ocasión, como en tantas otras durante los últimos tres años, no se hizo nada para que pagasen “los responsables de la crisis”.

En lugar de eso, se respetó a todos los bonistas senior e impositores. A cambio de la ayuda, la Unión Europea, liderada por Berlín, obligó a Irlanda a asumir la deuda de toda la banca.

El doble juego germano

Los alemanes, tan acostumbrados a sacar a pasear la necesidad de las reformas por Europa, han despistado muy convenientemente la segunda parte del libro de texto, instaurando una nueva regla de oro: jamás infligirás la pérdida sobre los acreedores alemanes, que tienen que ahorrar para su jubilación ante el inminente envejecimiento de su estructura poblacional y el consiguiente recorte de las pensiones.

De hecho, el ministro de Finanzas teutón, Wolfgang Schaüble, ha afirmado que los países pequeños tienen asegurados sus depósitos “siempre que los Estados sean solventes”. Es decir, la estrategia no va a modificarse. Los Estados siempre responderán primero, y sólo en última instancia las autoridades europeas se abalanzaran sobre los acreedores.

Semejante política crea unos incentivos perversos, pues suprime todo el riesgo del sector financiero y los inversores pueden obtener unos suculentos intereses al tiempo que toda la carga se coloca sobre los hombros de los contribuyentes.

Y todo ello se ve acompañado de un retorno al hogar, dulce hogar de los espantados inversores alemanes, agudizando aún más un círculo vicioso que sólo se detendrá cuando haya una unión bancaria con unas reglas muy claras. Mientras tanto e irónicamente, los germanos echan la pelota hacia adelante porque no quieren costear los salvamentos de otros sistemas financieros en los que ellos invirtieron.

Los tudescos han aplicado sin contemplaciones la teoría económica más ortodoxa… hasta que se han topado con el muro de la realidad, ése sobre el que a la luz del día se siluetean todas las contradicciones. Y así las cosas, los ciudadanos chipriotas se han convertido en el enésimo conejillo de indias de un laboratorio incapaz de gestar el Eureka europeo.

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