Quantcast

Economía

Siete de cada ocho precarios alemanes prefieren deslomarse trabajando a cobrar un paro raquítico

Vista de la Alexanderplatz de Berlín, de noche.

Aunque no lo harán, los transportistas, los mozos de carga y los camareros alemanes podrían preguntar a Angela Merkel si aquello de apretarse el cinturón es exclusivo de Europa Meridional o les compete también a ellos. Y si los trabajadores de estos tres sectores provienen de Berlín, de Rostock, de Cottbus, de Magdeburgo o de cualquier otra localidad de la antigua RDA, esos asalariados tendrían un motivo doble para interrogar a la canciller. A bote pronto, son dos de las múltiples conclusiones que pueden extraerse de uno de los últimos informes elaborados por el muy influyente Instituto Alemán de Investigaciones Económicas (DIW, del alemán), el cual desgrana varias de las miserias que asolan las cañerías del mercado laboral germano.

El estudio dice muchas más cosas y mucho peores. Por ejemplo, que casi un millón de trabajadores (900.000) de los 7,3 con bajos salarios trabaja 50 o más horas a la semana por un sueldo bruto de 1.350 euros de promedio. O que siete de cada ocho de estos empleados prefiere trabajar, aunque sea cobrando poco, antes que percibir el –para muchos insuficiente- paro alemán (Hartz IV, retribuido con 364 euros durante un máximo de 12 meses). El asunto empeora cuando se trata de ayudas al alquiler, también incluidas en Hartz IV, cuyo tope alcanza los 280 euros: solo uno de cada 20 prefiere este subsidio antes que trabajar.

Fundado en 1925, el Instituto DIW (Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung) emite informes semanales y mensuales. Este último, titulado Salarios escasos, largas jornadas laborales, ha sido acogido con gran escándalo. En 2012 se han revisado por primera vez desde la reunificación (es decir, por primera vez en más de 20 años) los sueldos de muchos sectores: el de los funcionarios y empleados públicos crecerá por encima del 6%, el de la metalurgia por encima del 4%... “Desde la reunificación, la economía alemana ha crecido alrededor de un 30%”, escribe el corresponsal de La Vanguardia en Berlín, Rafael Poch, “pero el resultado no ha sido una prosperidad general sino un enorme incremento de la desigualdad y de la precariedad laboral”.

¿2.000 euros? 55 horas

El DIW no obvia la presencia constante de los minijobs, prácticamente cuatro de esos siete millones de trabajadores mal remunerados. De hecho, la mayoría de los receptores del Hartz IV están contratados a tiempo parcial, con sueldos que oscilan entre los 400 y los 800 euros. El umbral para definir los salarios bajos se ha establecido en dos tercios del salario medio bruto por hora, que para el año 2010 ascendía a 9,25 euros.

Entre los que están contratados a jornada completa, una cuarta parte que quiere ganar sueldos más decentes –entre 1.800 y 2.199 euros, para nada salarios de lujo con relación al coste de vida germano, especialmente al oeste del país- trabaja 55 o más horas, según el DIW. En otras palabras, necesitan cumplir con una jornada laboral que posee ribetes tercermundistas. El 25% de los contratados a jornada completa recibe un salario que no alcanza los 850 euros.  

La reacciones políticas no se han hecho esperar. Jutta Krellmann, de Die Linke (La Izquierda, similar a IU en España), ha pedido que se ponga fin a la “explotación en empleos precarios y estresantes”. La diputada de los Verdes Brigitte Pothmer, también aludió a la precariedad que surca la RFA. “Los salarios bajos no sólo te hacen pobre, también enfermo”.       

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.