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Economía

AENA afronta el reto de sobrevivir a tres presidentes en un año

Maurici Lucena, nuevo presidente de AENA

El próximo lunes, el consejo de administración de AENA se reunirá con carácter extraordinario para formalizar el nombramiento de Maurici Lucena como nuevo presidente. Será la tercera persona que ocupe este puesto en los últimos doces meses. En julio del pasado año, José Manuel Vargas aún ocupaba el puesto, aunque ya había decidido e incluso comunicado su marcha al entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, quien procedió a sustituirle tras el verano por Jaime García-Legaz. Movimientos que contrastan con la estabilidad que ha encontrado la empresa tanto desde el punto de vista normativo como accionarial y estratégico, lo que le ha permitido que semejante baile en el único sillón ejecutivo del consejo no haya pasado factura. Al menos, por ahora.

La llegada de Lucena, antiguo dirigente del Partido Socialista de Cataluña (PSC), viene propiciada por el cambio en el Gobierno central tras el triunfo de la moción de censura que promovió el actual presidente, Pedro Sánchez, contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy. El Gobierno tiene el control de Enaire, la sociedad a través de la que el Estado posee el 51% del capital de AENA y que tiene la potestad de nombrar al presidente de la compañía y más de la mitad de los consejeros.

De modo que la estabilidad en la presidencia de AENA está supeditada a la del Gobierno de la nación, sostenido en la actualidad por un partido que cuenta con 84 diputados en el Congreso. El mercado no descarta que prosiga el desfile de presidentes en el gestor aeroportuario dadas tales circunstancias.

Si AENA no se está viendo afectada, por ahora, por estos movimientos se debe a que el escenario de la presidencia es radicalmente distinto al resto. Precisamente, el último servicio de García-Legaz al frente de la empresa fue el diseño y la aprobación de un plan estratégico a cuatro años que establece una hoja de ruta estable hasta 2021, especialmente enfocada en el crecimiento en el exterior.

Sin cambios en planes y dividendos

El plan llegó justo a tiempo, tanto que García-Legaz ni siquiera tuvo tiempo de presentarlo ante los analistas y los inversores. Sin embargo, queda como legado para Lucena, al que corresponderá desarrollarlo, toda vez que la primera intención del Gobierno es no modificar sus grandes líneas.

Entre ellas, se encuentra una política de dividendos que contempla destinar el 80% de los resultados a retribuir al accionista (frente al 50% que estableció AENA al principio). Aunque en su día el PSOE fue crítico con esta medida, todo apunta a que, por el momento, no la modificará, lo que redunda en beneficio de la estabilidad accionarial. El incremento del pay-out era demandado por los socios institucionales de la compañía, en especial el fondo TCI, el segundo accionista de la empresa y con representación en el consejo.

Además, el plan se apoya en el marco regulatorio que confiere el DORA, cuyo primer periodo también estará vigente hasta 2021. Ambas circunstancias restan muchas incertidumbres a AENA. Y también el hecho del comportamiento del tráfico aéreo, que sigue apuntando a que 2018 volverá a ser un año récord en este capítulo.

El mercado incluso está convencido de que las previsiones contempladas por la compañía a comienzos de año, un incremento en torno al 5,5%, son demasiado conservadoras y se verán superadas, aun teniendo en cuenta que determinados destinos turísticos que compiten con España comienzan a recuperarse.

Tropezón en Bolsa

Desde mediados de mayo, AENA ha sufrido un retroceso próximo al 13% en Bolsa, a contracorriente del comportamiento mostrado por el Ibex-35 y sus comparables en todo el mundo. En principio, la cotización de la compañía se vio afectada por la desinversión parcial de TCI, que por aquellas fechas colocó en el mercado un paquete del 2,7%.

Sin embargo, el fondo aún mantiene cerca de un 9% en AENA y tanto la marcha como los planes futuros de la empresa no parecen disgustarle. Al menos, no lo suficiente para pensar en más ventas de títulos.

Lo cierto es que la compañía no se ha recuperado de aquel impacto. Y los movimientos en el entorno de la presidencia y del accionista mayoritario no son factores que vayan a contribuir a la recuperación. Hace unos días, el valor recibía una mejora de precio objetivo por parte de Credit Suisse, en una nota en la que consideraba que el cambio de Gobierno no le iba a pasar factura, al menos en el corto plazo. AENA reaccionó con tímidas alzas, aunque todo parece indicar que el mercado espera acontecimientos.

Por ahora, la marcha de la empresa no se corresponde con la de un grupo que acumula tres presidentes (con todo el poder ejecutivo en sus manos) en un año. Eso sí, por ahora ha contado con viento de cola.

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