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Villarato, Rubialato y los atracos madridistas en tiempos de VAR

Villar y Rubiales en un montaje con una cámara de VAR

Hay términos que pasan inopinadamente al desuso en nuestra lengua. Por ejemplo, en este deporte rey de reyes antes se hablaba mucho, quizás con demasiada frecuencia, de los “atracos”. Nos referíamos así a las ayudas arbitrales que perpetraban esos trencillas que, fuera por colores propios, por costumbres ancestrales o por presiones inconfesables, siempre favorecían a los grandes clubes en detrimento de los pequeños.

¿Recuerdan alguna de esas portadas que incluso hablaba de “atraco a mano armada”? Es imposible no sentir nostalgia de semejante belleza. El caso es que por alguno de esos caprichos lingüisticos o sociológicos, desde hace años ya solo hablábamos de “robo”, pero no de “atraco” cuando los árbitros volvían a ayudar a Real Madrid y Barça para disgusto de los perjudicados de siempre. Se había desterrado así una palabra de larga solera en el balompié patrio.

El idioma español da para mucho. Así, hace unos diez años algunos periodistas más madridistas que Santiago Bernabéu y enamorados hasta las trancas de José Mourinho acuñaron otro término, el célebre Villarato, que implicaba al entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, el caído Ángel María Villar, como presunto cerebro de unas presuntas instrucciones que presuntamente se daban a los árbitros para que favorecieran al mejor Barça de la historia, que, según esta peregrina tesis, ganaba todos esos títulos -era así, no cabían presunciones- gracias a ayudas externas.

Ya nadie habla de Villarato porque no está Villar y porque los árbitros no paran de regalar penaltis al Madrid y de quitárselos a sus rivales. Es tan descarado que no admite discusión. O sí, porque el forofo siempre está nublado

Aquello era un delirio, por supuesto, pero hacía fortuna en una etapa en la que el Madrid no podía con el Barça. Lo cierto es que hay que admitir el Villarato nos tenía bastante entretenidos. Ahora, en estos tiempos convulsos y confusos, tenemos el famoso VAR. Cuando esta herramienta llegó a nuestras vidas, parecía que el tema arbitral pasaría a un segundo plano. Desaparecerían las polémicas para siempre porque la tecnología haría justicia por fin. Y hasta esos ex árbitros que andan en las emisoras de radio evidenciando sus favoritismos perderían sus trabajos. Nada más lejos de la realidad.

El fútbol ha sido, es y será siempre pura polémica. El forofismo nubla las miradas, incluso las de las personas más inteligentes, de manera que las discusiones continúan viento en popa y, por supuesto, proseguirán pese al VAR. Ya nadie habla de Villarato porque no está Villar y porque los árbitros no paran de regalar penaltis al Madrid y de quitárselos a sus rivales. Es tan descarado que no admite discusión. O sí, claro, porque ya hemos dicho que el forofo siempre está nublado.

En estos tiempos de VAR, donde los errores siguen y hasta quedan más en evidencia que nunca, es hora de reivindicar que volvamos a hablar de atracos. Atraco a atraco, el Madrid ganará esta Liga insulsa y jugada a destiempo

Sin embargo, no seremos nosotros quienes hablemos de Rubialato, porque sería contradictorio hacer lo contrario de lo que criticamos y porque tal vez esas ayudas arbitrales que van camino de convertir a Sergio Ramos en pichichi sean fruto de la casualidad o de la incompetencia. En estos tiempos de VAR, donde los errores siguen y hasta quedan más en evidencia que nunca, es hora de reivindicar que volvamos a hablar de atracos. Atraco a atraco, el Madrid de don Florentino Pérez ganará esta Liga insulsa y jugada a destiempo. Que se haya disputado ha servido al menos para desenterrar un término que habíamos perdido.

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