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Bolt ya no es el Usain de tiempos pasados, pero aún le sobra para conquistar su octavo oro en unos Juegos Olímpicos

Instante de la llegada en la Bolt lograba el oro.

Calentó bailando y volvió a bailar en su presentación de la final. Ni un gesto de tensión, ni un atisbo de presentación. Si hay una distancia que se acomoda a la perfección a Usain Bolt son los 200 metros. No le penaliza su mala salida, puede desequilibrar entre los 100 y 150 y llegando lanzado recorre el segundo 100 entre 9.4 y 9.5. 

Había llovido, el tartán estaba mojado y la temperatura había descendido. Le apetecía correr por la calle 6 o la 7 y le dieron la 6. Ayer cambió su liturgia y decidió volar de inicio. Salió mordiendo la referencia a todos. Zancadas rápidas, largas y muy estudiadas. No era el Usain festivo de las calificaciones ni el relajado de las semifinales. Salió quizás advertido por la velocidad de De Grasse. Completó la curva muy por delante de todos sus perseguidores. Pese a comparecer en la recta destacado, no bajó la intensidad. No hubo miradas a los lados, no descompuso el gesto. Resoplaba como un búfalo y no se permitió celebrar su triunfo hasta cruzar la meta parando el crono en 19.79. Como en el 100, la marca no estuvo a la altura de la buena sensanción que dejó el jamaicano. Han pasado los tiempos en los que Usain podía destrozar el crono a su antojo. Ahí quedan sus récords que difícilmente serán batidos en los próximos años: 9.58 y 19.19. Tiempos de otro tiempo y otro planeta. 

Por detrás De Grasse (20.02) repitió su plata de 100, convirtiéndose en el mejor 'humano' de la velocidad de los Juegos de Río. Y por detrás, sorpresa mayúscula con la llegada del francés Lamaitre (20.12) al bronce. La misma marca que logró cuando se impuso en su serie Bruno Hortelano. Una sensación agridulce que invita a pensar que el español tiene una medalla en sus piernas. Mal Merrit, al que se señaló como posible rival de Bolt y terminó sexto. 

Bolt es el apóstol de la velocidad, un tipo llegado al atletismo para hacer feliz al público mientras disfruta sobre el tartán. El ganador sonriente, el competidor lúdico"

Y luego, como al principio, bailes, sonrisas, dedicatorias, fotografías, gestos, caras... Usain Bolt en estado puro. Tercer oro en 200, octavo oro en tres Juegos: Pekín, Londres y Río. Hoy peleará por conseguir la novena en el relevo de 4x100 con Jamaica. Bolt ha dado una sensación de superioridad a la que no le hace justicia ni el 9.81 de los 100 ni este 19.79 en 200. Bolt se retirará sin conocer verdugo. Él elegirá sucesor, y de los que hay parece que De Grasse es el que más méritos ha hecho y con el que más empatiza. Aunque nadie podrá sustituirle porque Bolt es mucha más que un corredor, mucho más que un competidor. Es el apóstol de la velocidad, un tipo llegado al atletismo para hacer feliz al público mientras disfruta sobre el tartán. El ganador sonriente, el competidor lúdico. Usain Bolt. 8 oros en los Juegos Olímpicos. En unas horas serán 9. Y volverá a bailar. Y a sonreir. Pero algo habrá cambiado. Como el dijo al llegar a Río, "seré inmortal si gano tres oros más aquí". ¿Acaso alguien lo ha cuestionado?

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