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Usain Bolt: del hijo del viento al tataranieto de Darwin

Usain Bolt, el rey indiscutible de la velocidad.

Usain Bolt enfila la recta final de su carrera. Había advertido que en Río de Janeiro se acababa todo. Pero correrá el 100 en los Mundiales de Londres de 2017 por petición de su patrocinador, Puma: "El plan inicial era dejarlo en Río, pero mi patrocinador me ha pedido llegar hasta Londres 2017. Allí solo competiré en los 100. Lo he hablado con mi entrenador. Me puedo concentrar en eso y retirarme con una victoria". El jamaicano ha exprimido calculadamente su privilegiado físico, por más que aparente ser un atleta perezoso sin el instinto asesino de sus ambiciosos rivales. La realidad es muy diferente. Usain arrastra una patología de nacimiento, una escoliosis en la parte baja de la columna que le provoca problemas en la musculatura de la parte trasera de sus muslos, afectando a los isquiotibiales. Zona extremadamente sensible para un velocista porque actúa sobre el juego de la rodilla y la cadera, resultando decisivo en la posición vertical del tronco durante el desplazamiento.Bolt fue muy gráfico durante una entrevista en la ESPN, en 2011, en la que dibujó, entre risas, una S para explicar la curvatura de su columna. Eso le ha obligado a realizar desde muy joven ejercicios de alineación de su columna, además de reforzar la musculatura en la zona dorsal, lumbar e isquiotibial. El trabajo excéntrico ha sido un recurso habitual para ir rebajando sus tiempos.

Usain dio un salto cualitativo entre los 15 y los 18 años, rebajando su marca de 200 de 21,81 a 19,93. Una evolución que vaticinaba los espectaculares tiempos que lograría más adelante. Sin embargo, las lesiones protagonizaron la siguiente etapa, la que va entre 2004 y 2007, en la que había muchas expectativas depositadas en él. Un decepcionante Bolt quedó atrapadado en las series clasificatorias de Atenas 2004 y en Helsinki sólo pudo ser octavo, arrastrando una lesión. A sus 18 años, parecía haberse estancado. Si entre 2001 y 2004 rebajó en 0.88 segundos su registro en 100, entre 2004 y 2007 sólo pudo arañarle 0.18. Se barajó que su explosión a los 15 años se debiese a un rápido crecimiento y que se había estancado. Pero la realidad era que su fulgurante evolución fue frenada por las lesiones.

Los problemas de columna e isquiotibiales le llevaron con 16 años a la consulta de Hans Müller-Wohlfahrt, reconocido médico alemán que fue jefe de los servicios médicos del Bayern de Múnich durante más de tres décadas conocido por administrar tratamientos nada convencionales que incluyen administrar sustancias como el Hylart (ácido hilaurónico) o el Actovegin, un derivado de la sangre de ternera que no figura como prohibido en las listas de la Agencia Mundial Antidopaje, pero está prohibida su administración por vía intravenosa ya que se considera un método de manipulación sanguínea. Por el contrario, sí está permitido que se administre de forma local. Bolt, que sostiene que “es el mejor médico del mundo, un gran, gran hombre”, le debe mucho. Hans El Sanador, como es conocido en el mundo del deporte, le diseñó un plan de ejercicios específicos para corregir su patología. Algo que le permitió superar el bache en 2007. Desde su explosión definitiva en Pekín hasta su definitivo ascenso al Olimpo del atletismo en Londres, Bolt ha convivido con cierto normalidad con sus dolencias.

El jamaicano administraba su calendario con apariciones esporádicas en grandes citas y contandos meetings de renombre que podían asumir sus altas exigencias económicas. Bolt diseñaba se calendario reservándose para llegar descansado a grandes eventos como Mundiales o Juegos Olímpicos. Y ahí es dónde ha ido forjando su leyenda de velocista intratable y competidor extremo. Poco ha importado históricamente a Usain no llegar con la mejor marca del año o o ser derrotado por alguno de sus rivales en citas previas de menor relevancia: Powell le derrotó en 2008 en el Grand Prix de Estocolmo, Daniel Bailey por dos veces en 2009 en Londres y Berlín, Gay en 2010 en Estocolmo, una nula en Daegu en 2011, Blake en los Trials jamaicanos en 2012, Gatlin en la Diamond League de Roma en 2013... Y eso sólo en 100. Sin embargo, el mejor Bolt cumplía el guión previsto y deslumbraba en las citas estelares como Pekín, Berlín, Daegu, Londres, Moscú...

Sin embargo, 2015 empezó mal. Los 20.13 de Ostrava no eran halagüeños, por más que fuese la primera competición de 200 en dos años. Bolt no tiene buenos recuerdos de aquel meeting. "Pasé mucho frío, no logré dormir bien y la comida no me gustaba", confesó semanas después. Algo extaño, pues todo el mundo conoce las preferencias gastronómicas del jamaicano: los Chicken McNuggets, las albóndigas de su tía Lilly y la cerveza Guinness. Si Ostrava no fue bien, la Diamond League de Nueva York encendió todas las alarmas. No había rivales de entidad, pero la marca fue desoladora: 20.29. El segundo fue Zharnel Hughes, compañero de entrenamientos de Bolt que había sido recomendado por él mismo a la organización. La crisis se confirmó el 4 de junio, en la derrota del jamaicano en la Diamond League de Roma ante Justin Gatlin por una centésima (9.94 frente a 9.95). Más allá de la derrota la lectura que dejaba la carrera es que Bolt no estaba bien, corría agarrotado y llegó a completar el hectómetro con una zancada más de las habituales. El 1 de julio su entrenador, Glen Mills, reveló "mi preocupación por la evolución y los plazos de mejora de Usain en el camino hacia el Mundial. La preparación está muy lejos de la esperada. Usain ha visito a Müller-Wohlfahrt en Múnich y ha confirmado que tiene la articulación sacroiliaca bloqueada y eso está produciendo una presión que restringe el movimiento en la rodilla y el tobillo". El propio Bolt confirmaba las malas noticias. "Estoy disgustado por no poder competir en París y Lausanne, pero en estos momentos no estoy no estoy apto para correr al 100%".

Pero Bolt lo ha vuelto a hacer. Después de seguir un exigente plan de recuperación de Müller-Wohlfahrt se ha plantado en Pekín para exhibir su primacía genética en la velocidad mundial. Porque el fenómeno Bolt sólo puede explicarse desde su "superioridad genética". Carlo Vittori, uno de los entrenadores más prestigioso de la velocidad europea, confesaba a Martí Perarnau que: “Bolt es una broma genética, un ‘scherzo’ de Darwin. De dos padres normalitos surge el prototipo perfecto de campeón. Toda la genética es casualidad, pero con Bolt, Darwin se ha superado”. Tiene una fuerza psíquica brutal. Todo nace en su cabeza. Si el cuerpo es prodigioso y la cabeza quiere, no hay imposibles. Bolt es un ser excepcional con el sistema hormonal estimulado al máximo y dispuesto a entrenarse como nadie para destrozar los límites. Posee una longitud de pierna extraordinaria (1,06 m) y pese a ello es capaz de mover las piernas 4,4 veces por segundo, lo que da una ecuación amplitud/frecuencia que ha roto todos los moldes establecidos. ¿Cómo lo consigue? Gracias al hecho genético y a la motivación psíquica”.

Para Ross Tucker de Science of Sport "jamás ha habido un corredor con sus prestaciones elásticas y con una función del ciclo de estiramiento-acortamiento tan superior que es capaz de almacenar más energía que que ningún otro y utilizarla con mayor eficacia. Sabemos que la potencia de salida es proporcional a la cantidad de energía que puede ser almacenada y liberada desde la unión músculo-tendón durante la contracción muscular. Si añadimos a esto sus medidas antropométricas, podemos explicar sus increíbles marcas en 100 y 200".

Analizando la carrera de Beijing, en la que paró el crono en 9,68, se aprecia un tiempo de reacción de 0,165 segundos. Además se confirma que la punta de velocidad de Bolt se produjo en el intervalo entre los 60 y 70 metros, que recorrió en 0.82 segundos. Ningún ser humano había corrido jamás un intervalo de 10 metros tan rápido. Después se produjo la desaceleración natural, porque nadie acelera progresivamente hasta llegar a la línea de meta. Hay razones mecánicas y metabólicas que lo justifican, pero incluso en la celebración su velocidad es inusualmente alta Además Bolt ya había comenzado a frenar antes de la celebración. Según los pasos intermedios, Usain desacelera entre los 70 metros y los 80 y la celebracion comienza en los últimos 20 metros. Los especialistas estimaron que una mejora en la salida y una desaceleración más tardía (sin celebraciones) le permitiría rebajar aún más el tiempo. A eso se suma que en Pekín no había viento a favor y que un viento a favor de un metro por segundo mejoraría los tiempos 0.05 segundos. Pero Bolt lo volvió a hacer. En Berlín rebajó el récord de 9,69 a 9,58. El viento, de +0,9 m/s, ayudó a Usain, pero el jamaicano cumplió con las premisas y corrió más, rebajando el récord de un intervalo de 10 metros, entre los 60 y los 70 de nuevo, hasta 0.805, además de no desacelerar en el tramo final tan bruscamente para celebrar su victoria.

En el segmento entre los 60 y los 80 metros, su punto fuerte de carrera, Bolt desplegó una velocidad punta de 12,42 m/s con una cadencia de 4.4 pasos por segundo (264 pasos por minuto) y un ángulo caída de 21.4 grados, mientras Gay tenía una velocidad de 12,27 m/s y una cadencia 4,8 pasos por segundo (288 pasos por minuto). El ángulo de caída es muy importante, porque debido a ello Bolt es el más eficaz a la hora de transformar la velocidad de rotación del cuerpo en horizontal. Él utiliza su altura como una ventaja, por el radio de giro, y mantiene su cuerpo en posición favorable para que ese trabajo rotacional repercuta en una mayor velocista.

 ¿Cuál es el límite? El doctor Nicholas Romanov, desarrollador del Pose Method y científico del deporte de renombre mundial, sostiene que si incrementase su promedio de pisadas en la carrera acercándose a la de sus rivales con 4,5 pisadas por secundos (270 por minuto), y mantuviese el ángulo de caída, podría correr los 100 metros en ¡9,11 segundos! La realidad dice que Bolt se encuentra en una fase de declive físico, a sus 29 años, que queda evidenciado por el retroceso en las diferencias sobre el segundo en las finales de 100 metros Juegos Olímpicos y Mundiales: en Pekín 2008 (0.20 sec), en Berlín 2009 (0.13), en Londres 2012 (0.12), en Moscú 2013 (0.08) y en Pekín 2015 (0.01). Parece que ha llegado su hora en el hectómetro, pero el jamaicano se ha marcado un último objetivo: bailar, si su escoliosis se lo permite, en Copacabana con los oros de 100 y 200 colgados del cuello al ritmo de Bob Marley. Entonces se cerrará la era Bolt. Un tipo que dejó claro hace muchos años su motivación: "Dicen que hay siete mil millones de personas en el mundo. Y no hay mejor sensación que levantarte cada mañana sabiendo que eres el más rápido de todos ellos". Así es Usain Bolt, una bomba genética capaz de correr los 100 metros en 9,69 ¡con las zapatillas desatadas!

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