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El rally volvió a matar

Muy posiblemente no lo habrán leído. Ya saben, los entendidos siempre callan, cumplen sin inmutarse frente a los accidentes el pacto de silencio que indecentemente va implícito a su condición de especialistas. Antes los rallys que las vidas. A los muertos conviene dejarlos bajo la alfombra, no vayan a manchar la imagen de su deporte. Contarlo es amarillismo, denunciarlo es morbo. Qué sabrán los que no han visto un tramo en su vida. Para los medios eso no es noticia. Y a las autoridades tampoco les conviene intervenir, que los aficionados son muchos y radicales. El CSD no aparece en esos funerales. 

No lo habrán leído, decía, o quizás se hayan encontrado con las imágenes de fondo en algún noticiero de Antena 3. Pero ocurrió. Otra vez ocurrió. El Rally volvió a matar. El accidente se produjo el pasado sábado, durante la 6ª Subida a Valle Tabares-Jiménez, en Tenerife. Y el aficionado que fue arrollado a la salida de una curva mientras intentaba tomar una fotografía, según la organización desde una zona señalizada como prohibida, murió finalmente después de tres días de coma inducido. La víctima tenía 23 años.

Un coche que pierde el control y un espectador o un fotógrafo mal ubicado, a veces ni eso. La estadística sigue a su ritmo. El guión se mantiene. El Rally mata. El mundo mira para otro lado.

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