El Real Madrid y el FC Barcelona se verán las caras una vez más en lo que ya se denomina el Clásico del fútbol español. Será en la final de la Supercopa de Arabia Saudí el domingo a las 8 de la tarde y con arbitraje de Jesús Gil Manzano, conocido en el mundo del silbato como “Gilman”.
La apuesta del Comité Técnico de Áribitros para esta final de la Supercopa 2025 no está exenta de polémica, pues el trencilla extremeño se vio envuelto en la polémica cuando el presidente del Villarreal, Fernando Roig, señaló en 2017 que había salido de La Cerámica con una bolsa del Real Madrid que después se supo que contenía llaveros, pins y bolígrafos del club blanco. Un obsequio de cortesía que quedó desde entonces como una mancha en su expediente para el aficionado culé.
Lo cierto es que el extremeño es uno de los grandes favoritos del presidente Luis Medina Cantalejo y y de la UEFA, que aún lo mantiene en el grupo Élite, la máxima categoría internacional. Se lo ha ganado con creces después de una larga carrera plagada de éxitos, más allá de los miles de errores que haya podido tener a lo largo de su vida deportiva, como cualquier otro árbitro.
Gilman, nacido en Don Benito (Badajoz) en 1984, es solo uno de los más de 30.000 árbitros que ha producido nuestro país desde 1995, año en el que se inscribió en su delegación local del comité extremeño. Él ha tenido que competir en este tiempo contra todos los demás para llegar a donde está hoy, por lo que nadie en España tiene argumentos más sólidos que Gil Manzano para considerarse el mejor colegiado de la Real Federación Española de Fútbol. Por lo menos, mientras atendamos a criterios objetivos. A sus espaldas, 24 participaciones en la Champions League, 17 en la Europa Legue, 243 en la Liga, 44 en la Copa y 3 en la Supercopa. Internacional desde 2014, es árbitro de Primera División desde 2012, ha estado en dos Eurocopa (estuvo en la de 2016 como asistente adicional), es el único europeo que ha sido designado para ir a la Copa América (en la edición 2021) y la RFEF lo condecoró como mejor árbitro de España en 2018. Un currículum impecable. A este dato, hay que sumar inevitablemente que Gilman dirige algunos de los encuentros más importantes del planeta fútbol durante las 38 jornadas que dura la Liga española.
Gil Manzano y sus colegas españoles reciben una de las formaciones más exigentes del mundo
Para llegar a la Primera División y, por tanto, para llegar a internacional, un árbitro tiene que superar múltiples exámenes y pruebas físicas a lo largo de una carrera que dura, por lo menos, 10 temporadas —aunque siempre son más—. Tanto Gil Manzano como el resto de colegiados españoles tienen que pasar por las categorías de Segunda División, Segunda 'B' —ahora Primera y Segunda RFEF—, Tercera División y las categorías regionales, que en algunas federaciones autonómicas pueden ser hasta tres. A esto hay que sumarle todas las categorías de formación que sean necesarias.
Además de pruebas semanales de vídeo que realizan los árbitros profesionales de nuestro país, los internacionales acuden periódicamente a seminarios y talleres organizados por FIFA y UEFA. Dos modalidades que también se aplican en algunas delegaciones territoriales con los árbitros más noveles. Esto, unido a unas exigentes pruebas físicas y técnicas que realizan durante toda su carrera, los convierten en los mejores árbitros y asistentes del mundo futbolístico.
"No es cierto que en España los que son familia o amigos de otros árbitros lleguen más lejos en su carrera", explica a Vozpópuli el investigador Iñaki Aliende. Según este profesor universitario de la Universidad Complutense al que ha acudido la UEFA para un informe sobre cómo se desarrollan las carreras arbitrales en las principales federaciones europeas, los enchufes no funcionan en esta parcela de la manera que creen algunos aficionados: "Los que llegan a los comités después de haber jugado al fútbol o haber sido entrenadores tienen, además, carreras mucho más extensas en el tiempo", apunta, "y no tanto los que son familia de árbitros".
Para Aliende, las federaciones autonómicas de España han estructurado una carrera arbitral "muy competitiva", en la que los árbitros tienen que entrenar y estudiar duramente para conseguir cada uno de los ascensos, un objetivo que solo unos pocos consiguen cada temporada, "pero que la mayoría cree que merece", asegura. "En una empresa —señala el experto— cada empleado tendría un feedback de sus superiores en el que le explicarían con más claridad que es lo que le falta para subir de categoría y si es el tipo de persona que puede llegar a categorías altas".
Las falsas expectativas de los colegiados españoles pueden llevar a la idea de que cualquiera puede llegar a Primera División con esfuerzo o, como ya ha desmentido Iñaki Aliende en su estudio Improving Recruitment and Retention, con la ayuda de un familiar o un amigo que le otorgue un trato de favor. Lo cierto es que la larga carrera que han tenido que superar Gil Manzano y los otros 19 árbitros de Primera División solo la logran recorrer en su totalidad los más capacitados de la sociedad y los que más aciertan sobre el césped a lo largo de los años. Porque fallar, fallan todos.
Preguntado por si los que llegan al máximo nivel son los más inteligentes, Aliende destaca que "al menos podemos asegurar que son los mejor preparados académicamente", ya que su nivel de estudios es muy superior al de la sociedad en general. En cuanto a su condición física, bien son conocidos los exigentes tests a los que se enfrentan cada temporada, al alcance de muy pocos: series de velocidad de 40 metros y el temido yo-yo test de resistencia, el cual no deben intentar en sus casas sin la supervisión de un profesional.