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La culpa del grave accidente de Bianchi fue, cómo no, del propio Bianchi... y a ver quién se atreve a protestar

La Federación Internacional de Automovilismo (FIA), responsable de la seguridad en los grandes premios de Fórmula 1, nunca se equivoca. Y pobre de aquel miembro que esté bajo sus órdenes que ose llevarle la contraria. Ni siquiera opinar, según desveló Fernando Alonso en el documental Mi última carrera en Ferrari.

De ahí las conclusiones de la FIA sobre el grave accidente de Jules Bianchi en el GP de Japón, el 5 de octubre. Tras estudiar todas las pruebas, una comisión formada por diez personas ha emitido un informe de 396 páginas cuyo resumen era evidente desde que Bianchi acabó estampado contra una grúa: el principal culpable fue del propio piloto francés.

La FIA, sibilina, se ha ocupado de que varios de los autores del informe sean lo suficientemente reconocidos y reputados en el mundo de la F1 como para que nadie se atreva a rechistar. Son los casos de Ross Brawn -exdirector de Mercedes-, Stéfano Domenicali -exjefe de Ferrari- o Emerson Fittipaldi, bicampeón mundial brasileño de F1. El documento fue enviado al Consejo de la FIA que, por supuesto, aceptó las conclusiones y las hizo públicas.

Así, el informe establece que Bianchi -que sufrió lesiones gravísimas en la cabeza y desde entonces permanece hospitalizado- "no desaceleró lo suficiente para evitar la pérdida del control del coche". El accidente sobrevino cuando su Marussia chocó contra la grúa que retiraba el Sauber accidentado de Adrian Sutil en las últimas vueltas del GP celebrado en el circuito de Suzuka.

La FIA también decretó la puesta en práctica de las recomendaciones de seguridad que contiene dicho documento, cuyos autores insisten especialmente en que se reduzcan los límites de velocidad en las zonas bajo bandera amarilla.

Se descarta la idea de diseñar coches con cabinas cerradas porque, dicen, "una medida así no habría mitigado las lesiones de Bianchi y no resulta práctica debido a las intensas fuerzas generadas en el choque de un coche de 700 kilos de peso con una grúa de 6.500 a una velocidad de 126 km/h".

"La estructura de impacto de un Fórmula 1 es insuficiente para absorber la energía de un impacto semejante sin destruir la célula de supervivencia del piloto", explica el informe.

Y a ver quién se atreve a contradecirlo.

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