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España espabila y revuelca a una Lituania contemplativa para recuperar sensaciones

Pau, concentrado.

Al fin, la España de Scariolo aterrizó en Río. Y es que la selección masculina de baloncesto, de la mano de un Pau Gasol estratosférico, apabulló a Lituania con una excelsa actuación. Arrollando sin piedad a un conjunto báltico que terminó por dejarse llevar hasta un sonrojante 109-59, los nuestros se jugarán ahora el pase a los cuartos de final del torneo olímpico el domingo, ante la siempre incómoda Argentina.

El combinado español necesitaba ganar si no quería verse eliminado matemáticamente, y la tensión por la que habían pasado los pupilos del coach de Brescia en las derrotas frente a Croacia y Brasil no transmitía una exagerada confianza en un grupo que parecía extraviado. Sin embargo, la Selección demostró por qué lleva tres lustros en la cima del baloncesto internacional y recordó a la de las mejores tardes.

Acabaron pronto con las dudas los nuestros, ya que para el final del primer cuarto tenían el partido más que encarrilado (26-11) y, en el descanso (antes del cual no aparecieron las temidas "desconexiones" que Scariolo subrayó como el peor enemigo del plantel), visto para sentencia (48-29).

Así respondió Pau a las críticas del legendario Rimas Kurtinaitis, que había puesto en la picota a España

Los temores (si quedaba alguno) se disiparon del todo en el arranque de la segunda mitad, con tres triples seguidos de Gasol que acribillaron a una Lituania que ya pedía clemencia (57-31). Así respondió Pau a las críticas del legendario Rimas Kurtinaitis, que había puesto en la picota la "vergonzosa" preparación olímpica de una España que, según él, "no se renueva".

Además del nuevo jugador de los Spurs, que hizo 23 puntos y sumó 24 de valoración en 23 minutos de juego, se desataron casi todos los jugadores patrios. Con especial mención para un muy serio Felipe Reyes (11 puntos y 9 rebotes) y para un póquer mágico -Llull, Rudy, Mirotic y, al fin, Ricky- que sumó 51 puntos entre los cuatro.

Cincuenta puntos de diferencia con la subcampeona de Europa (a la que, para los malpensados, perder le hacía evitar hasta la final a Estados Unidos) y un golpe encima de la mesa que demuestra que la España sin lagunas de concentración, la que no se empeña en dar vida a los rivales cuando están heridos, es aún un equipo formidable.

Les toca refrendarlo contra una Argentina enfermizamente competitiva pero también con una edad media elevada, que a buen seguro acusará la odisea de dos prórrogas de su victoria contra Brasil. La selección que todos esperaban en sus pronósticos ha comenzado a batallar. Ojalá no sea demasiado tarde. 

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