El fútbol femenino ha crecido exponencialmente en los últimos años, ganando mayor repercusión mediática y arrastrando consigo una promesa de valores renovados. Sin embargo, desde su profesionalización en junio del 2021, las polémicas, los insultos y los actos de agresividad han dejado claro que el deporte femenino tampoco ha conseguido librarse de los problemas que llevan décadas empañando al fútbol masculino. Lejos de ser un oasis de deportividad, las recientes controversias han evidenciado que los mismos vicios siguen presentes en el terreno de juego.
Uno de los episodios más sonados fue el caso de Luis Rubiales y Jenni Hermoso durante la final del Mundial 2023, donde el expresidente de la RFEF besó sin consentimiento (aparentemente) a la jugadora española en plena celebración. Este hecho marcó un punto de inflexión en la lucha por la igualdad y la profesionalización del fútbol femenino, pero también dejó en evidencia la toxicidad que aún persiste en su entorno.
Insultos, agresiones y gestos antideportivos
Pero el escándalo Rubiales no ha sido el único que ha empañado la imagen del fútbol femenino. En diciembre de 2024, el partido entre River Plate y Gremio en la Brasil Ladies Cup derivó en una batalla campal con seis expulsadas. La tensión llegó a tal punto que una jugadora de River fue acusada de hacer gestos racistas a un recogepelotas, lo que generó un escándalo internacional y provocó la suspensión del encuentro.
La violencia en el campo no se ha limitado a este caso. En octubre de 2023, un partido de la Tercera Federación Femenina en España entre el Don Benito y el Extremadura se convirtió en otro espectáculo bochornoso cuando una jugadora propinó un cabezazo a su rival y, tras ser expulsada, se retiró del campo haciendo un gesto obsceno a la árbitra.
La reciente polémica entre Mapi León y Daniela Caracas también ha dado mucho que hablar. Durante el derbi catalán entre el FC Barcelona y el Espanyol, la jugadora azulgrana fue acusada de tocar indebidamente a su rival en las partes íntimas durante una acción confusa. Mientras el Espanyol ha respaldado a su jugadora con un contundente comunicado oficial, el Barcelona ha defendido a León, mostrando que incluso en el fútbol femenino las polémicas pueden polarizar a la afición.
Un reflejo del fútbol masculino
Muchos aficionados esperaban que el fútbol femenino mantuviera valores alejados de los escándalos que han caracterizado al masculino: las broncas en el campo, los gestos antideportivos y la falta de fair play. Sin embargo, la igualdad queda más que notoria cuando estos episodios recientes demuestran que el crecimiento del fútbol femenino también conlleva heredar las mismas sombras que han empañado al fútbol masculino durante décadas.
Aunque es cierto que el nivel de violencia y corrupción en el fútbol masculino sigue siendo mucho más elevado (en parte por su mayor duración en el tiempo e impacto en la sociedad), el femenino ya ha demostrado que no está exento de polémicas. La profesionalización del deporte ha traído consigo mayor competitividad, pero también ha abierto la puerta a las mismas actitudes que, en muchos casos, se pensaban exclusivas del fútbol masculino.
La gran pregunta ahora es si el fútbol femenino logrará diferenciarse y evolucionar sin caer en los mismos errores o si, por el contrario, está destinado a seguir el mismo camino que su contraparte masculina.
Bambarlos
17/02/2025 15:10
Al colectivo LGTBI+-*/ queer ni se le toca. Todos los demás son unos fascistas machirulos.
jagarejula
17/02/2025 17:43
El doble rasero de toda la vida. La siniestra siempre exprimiendolo todo en su obsceno beneficio.