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Xabi contra la propaganda

Xabi Alonso sabe lo que dice. No se le escapa. Si hay un futbolista con capacidad para medir sus palabras y orientarlas hacia un punto preconcebido ése es el donostiarra. Es de los preparados. Por eso su frase no deja demasiado mucho margen a la discusión. O no, en realidad la provoca, la fuerza. Es el centrocampista el que mueve los hilos: "Neuer es con diferencia el mejor portero con el que he trabajado. Si ganase el Balón de Oro sería justo".

Hay cinismo en el beso. Cumple con la camiseta a la que ahora se debe y con el compañero al que conviene agasajar. Pero hay ofensa en su mensaje, a propósito. Hay ajuste de cuentas con su pasado blanco, con su íntimo enemigo en el vestuario (Casillas). Todo de un solo disparo. La enemistad en el Madrid que se gana con su afirmación y las palmadas en el Bayern. Como sin querer, pero todo muy medido.

Pero más allá de la habilidosa intencionalidad del ex organizador de la Roja, del desprecio o aprecio que ha decidido acaparar, llaman la atención y despiertan la carcajada alguna de las reacciones. Muchos de los que acusan de alta traición a Xabi son los mismos que asumen con absoluta normalidad y hasta defienden los deslices desleales de otros jugadores. Cuando Diego Costa reclama el balón de oro para Cristiano lo ven respetable, o cuando Falcao demuestra con la camiseta del Atlético puesta que muere por sus huesitos.

Si la opinión publicada eleva a Cristiano a los altares todo son aplausos. Si se discrepa, aunque sea para poner por encima en la balanza a un compañero, te vuelves un ingrato y un infiel. La doble vara de medir, la dictadura de la propaganda.

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