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El colmo de Cristiano

Estaba el día para hablar de Del Bosque, de su lista continuista con apariencia de revolución, de la insistencia en Casillas o en Busquets, de mirar más a los escudos que a los partidos, de priorizar la cola de león sobre la cabeza de ratón, de volver a los suplentes entre los convocados, del insostenible olvido crónico de Gabi, cuando Cristiano abrió la boca. Con otro título discutible individual bajo el brazo, otra conquista de la propaganda, exprimiendo hasta la exageración su fabuloso y exclusivo mes de noviembre, el portugués concedió una entrevista al canal TVI en la que se vino arriba, y en el colmo del cinismo, se animó a discutir con ironía los galardones obtenidos por su competidor en la cima comercial del fútbol. 

"Si dijese todo lo que pienso, estaría en prisión", afirmó el jugador del Real Madrid, y al instante dibujó una carcajada, al ser preguntado por su opinión sobre el reciente Balón de Oro del Mundial concedido al argentino Messi. "Cada uno vio, analiza por sí mismo, las personas del mundo del fútbol son inteligentes. Sería una pregunta interesantísima para él... Yo no puedo ser sincero", insistió el tío haciendo bueno el refrán de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. No lo pretendería ganar él también...

Porque vale que la condecoración de Messi como mejor jugador del pasado Mundial es discutible, y no tanto (fue menos Messi de lo que es capaz, pero no hubo un candidato individual, quizás salvo Robben, para aplastarle en méritos), pero si alguien no puede hablar de premios injustos y regalados ése es Cristiano Ronaldo, un producto descarado del consumo selectivo de la realidad y la influencia interesada de la mercadotecnia. Fue a llamar puta a la zapatones el elevado a Balón de Oro  2013 aún no se sabe por qué, por agotamiento posiblemente. 

En el caso de Cristiano sólo computan los goles, los suyos, pero no sus expulsiones, su comportamiento, sus puñetazos en la cara de un adversario o su rendimiento global, tampoco el del equipo. Cuenta noviembre, su mes magnífico, pero no los anteriores y posteriores que lo rebajaron. Ahí está la estadística que no se cuenta, y tampoco cuenta, que eleva la media de goles marcados por el Madrid sin él en el campo a los que anota cuando está él. Y bueno, vale, así son las reglas actuales del fútbol. Pero si ya es fuerte que Cristiano se crea acreedor de los premios que recibe, que se duerma cada noche convencido de que es el mejor, resulta delirante que encima se insinúe víctima injusta de los favores caprichosos que supuestamente reciben otros. Ni más ni menos que Messi, el mejor por más que nunca escenifique sus conquistas quitándose la camiseta para lucir musculatura. Y mucho menos al anotar de penalti en el minuto 120 el intrascendente cuarto gol.

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