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El colmo de la excentricidad: Ascot ofrece asistentes para dudas de última hora con el vestuario

Las constantes dudas surgidas en torno al código de vestimenta del torneo hípico de Ascot, que concluye este sábado, han sido solucionadas por un grupo de asistentes que se ha encargado además de corregir pequeños errores en los atuendos.

La competición da por finalizada otra edición tras cinco días en los que los sombreros y los trajes ocuparon tanta atención como los ganadores de las carreras, que finalmente pasaron a ocupar un segundo plano.

Durante la semana, un equipo de profesionales ha aconsejado a los dubitativos y ha procurado adecuar los trajes al rígido y exhaustivo código de vestimenta que rige durante el evento y que fue renovado el pasado año.

De forma discreta -no tienen permitido realizar entrevistas- las asistentes de vestuario también han provisto a aquellos que lo necesitaran de chalecos, corbatas, pashminas y otros complementos a cambio de un donativo de 5 libras (5,8 euros) para causas humanitarias.

Desde el pasado martes, los trenes que partían de la estación londinense de Waterloo aparecían abarrotados de elegantes pasajeros que se dirigían al torneo, disputado en unos terrenos de la familia real británica ubicados a pocos kilómetros del castillo de Windsor.

Las normas de vestuario para acceder al Recinto Real exigen, en el caso de las mujeres, que la falda no quede por encima de la rodilla o que, en caso de no llevar sombrero, el adorno o tocado tenga una base mínima de diez centímetros de diámetro.

Aunque el código permitía a las mujeres enfundarse en trajes de chaqueta y pantalón largo, el público femenino se decantó por los vestidos, que habían de incorporar tirantes de al menos 2,5 centímetros.

Las opciones de los hombres fueron más limitadas por cuanto sólo les estaba permitido acceder con frac, chaleco y corbata -nunca pajarita- y los tradicionales sombreros de copa en color gris o negro.

No obstante, todas las miradas y todos los flashes se dirigieron, como es costumbre, al complemento clave en Ascot, que congrega a la flor y nata de la aristocracia británica liderada por la reina Isabel II: los sombreros o tocados.

Si bien la soberana, junto a otros miembros de su familia como Camilla, duquesa de Cornualles, o la princesa Beatriz, se decantaron por un estilo clásico y nada estridente, Ascot es el lugar indicado para encontrar los diseños más extravagantes que lucir sobre la cabeza.

Una de las imágenes más excéntricas de la presente edición la protagonizó una habitual como es la presentadora de televisión y activista medioambiental Anneka Tanaka-Svenska. La británica apareció con una enorme pieza en la cabeza realizada con perlas, plumas blancas y flores rosas cuyo diseñador, el malauí Louis Mariette, terminó de colocar en el aparcamiento de Ascot mientras degustaba una copa de champán.

La acompañaba Tracy Rose, que no ha faltado al torneo en los últimos 32 años y que, para esta ocasión, se decidió por un gigantesco sombrero en tonos rosas que no pasó desapercibido para los fotógrafos acreditados.

La artista Larisa Katz, siempre llamativa sobre las alfombras rojas, intentó mantener el equilibrio bajo una colosal pamela color marrón oscuro de más de un metro de diámetro realizada a base de cajitas para chocolate.

Con todo, los motivos florales y los colores llamativos protagonizaron, una vez más, los tocados, pamelas y sombreros de las asistentes a un evento que ha marcado tendencia en hipódromos de todo el mundo.

Las únicas personas a las que se les permitió acceder sin nada en la cabeza a la carrera que fundó en 1711 la reina Ana fueron los niños y jóvenes de 10 a 16 años que, eso sí, sólo pudieron disfrutar del torneo viernes y sábado.

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