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Fernando Alonso, diez años no son nada

Fernando Alonso celebra su segundo título mundial en 2006.

"No sabía que era imposible, fue y lo hizo". Esta frase anónima que luce en forma de pintada en una pared de Buenos Aires explica gran parte del primer acercamiento de España a la Fórmula 1. Por un lado, el ingenuo desparpajo con el que Fernando Alonso ganaba dos mundiales de una competición en la que ningún participante patrio había tenido ni un poco de éxito y a una edad a la que nadie lo había conseguido antes. Y además, contra Michael Schumacher, como si fuese fácil.

Por otro lado, la desesperación. La auténtica travesía por el desierto que hoy cumple diez años. Porque ese 22 de octubre de 2006, después de que Alonso consiguiese su segundo campeonato en Interlagos, cualquiera con un par de euros en el bolsillo los hubiese apostado a que el asturiano conseguiría ser tricampeón con McLaren. Lo que nadie podía esperar era que una década después el resultado de ese envite aún estuviese pendiente. Un viaje de diez años sin ganar.

McLaren, cenando con el enemigo

La temporada 2007 fue el inicio del desastre. Las dudas iniciales se centraron sobre la prestación y fiabilidad de un monoplaza que venía de un año pésimo, pero pronto se despejaron. El McLaren era tan bueno como el Ferrari y ya en la segunda carrera, en Malasia, Alonso ganó. Todo empezó a torcerse en Mónaco, donde el asturiano volvió a ganar, pero Hamilton lamentó que su equipo no le dejase intentar un adelantamiento suicida sobre su compañero. La prensa inglesa comenzó a presionar al equipo inglés para que favoreciese al piloto inglés. Mala pinta.

La segunda parte del año fue un horror. Los problemas comenzaron a repetirse en el coche de Alonso, que solo pudo volver a ganar en Nürburgring y Monza, mientras que Hamilton iba desarrollando un rendimiento que al principio no tuvo. El Mundial acabó en desastre, con Fernando acusando de sabotaje a su equipo y Hamilton deshecho en un mar de nervios y regalando el título a Ferrari y Raikkonen. Tras perder el campeonato por un solo punto, Alonso volvió a casa, llegó a Renault.

Renault, una mala elección

Si bien a nivel de pilotaje no se puede poner ni una pega a Alonso en su lucha por el tricampeonato, distinta es la cosa en cuanto a la elección de sus equipos. Tras abandonar McLaren a la carrera, Fernando tenía a toda la parrilla suspirando por sus servicios. Sobradamente conocido es que sobre la mesa tuvo dos ofertas que hubiesen cambiado su carrera: la primera, de Brawn GP, el equipo revelación de 2009 que luego derivaría en Mercedes, la segunda, de Red Bull, la "marca de limonada" que terminaría ganándole cuatro títulos. Sin embargo, Alonso prefirió la comodidad de volver a Renault.

Fueron dos temporadas de horror que solo sirvieron para ensuciar su imagen. Con coches deficientes muy alejados de los mejores, Alonso además se vio implicado en el 'Crashgate', por el cual Renault mandó a estrellarse a Piquet en Singapur para que venciese el asturiano. Su amigo íntimo y manager, Flavio Briatore, fue sancionado de por vida y Alonso se marchó a cumplir su sueño, pilotar para Ferrari, después de solo dos victorias en dos años para el olvido.

Ferrari, el sueño incompleto

Cuando una relación no funciona, duele más si ambas partes saben que están hechos tal para cual. Fernando Alonso llegó a Ferrari como comandante en jefe. Ganó su primera carrera, en Bahrein, y resucitó a un equipo hundido por el turbulento año anterior. El Mundial de 2010 fue el del "Fernando is faster than you", el de la remontada inconclusa y el del 'tiro en el pie' en Abu Dabi. Esa carrera es la más dolorosa para el alonsismo, el día que la tendencia pudo cambiar. Ferrari le regaló el título a Vettel con una estrategia descabellada y lo que pudo ser un baño de cava y rosas mutó en el inicio de las desconfianzas entre Alonso y el cavallino.

Tras una temporada espantosa con una sola victoria se llegó a 2012, el año de la epopeya. Fernando realizó la mejor temporada de su carrera deportiva y una de la mejores, sino la mejor, vistas nunca a un piloto. El asturiano exprimió hasta la última gota un Ferrari que lindó todo el año entre el tercer y el quinto mejor coche hasta quedarse a tan solo tres puntos del título, que acabaría de nuevo en manos de Vettel gracias a una brutal y postrera mejora de Red Bull que rescató al alemán de un año mediocre. Fue el campeonato de la victoria épica en Valencia, del accidente con Grosjean en Spa y del polémico desenlace en Brasil, con la remontada in extremis de Vettel tras chocar con Bruno Senna.

Los dos últimos años solo sirvieron para ahogar las penas. 2013 comenzó ilusionante pero el rendimiento del Ferrari se diluyó cuando la FIA cambió los neumáticos, neutralizando la ventaja de Alonso en la gestión de los mismos. Fue la temporada de su última victoria hasta el momento, en Montmeló y paseando la bandera de España. La siguiente, la primera con motores turbo, sería la última, y tras descubrir que de nuevo el cavallino no había tenido capacidad de adaptarse a un cambio de reglamento Fernando Alonso fue el primer piloto de la historia en abandonar Ferrari.

McLaren Honda, ¿algo más que leyenda?

El nombre McLaren-Honda atrae mucho y Alonso no dudó en unirse. Pero, de momento, más que emular las victorias de Ayrton Senna y Alain Prost lo que McLaren está haciendo es cerrar el pelotón. Ni una victoria, ni un podio, nada. Dos campeones del mundo que, en el mejor de los casos, luchan por puntuar. El inicio ha sido desalentador, pero no hay que caer en el abatimiento. Si alguna verdad está instalada en el paddock, esa es que la Fórmula 1 le debe, al menos, un campeonato a Fernando Alonso. Seguro que por ganas y talento no será.

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