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El Real Madrid no brilla pero sigue ganando y bate su récord en Málaga (1-2)

Bale y Benzema celebran el primer gol del Madrid en Málaga.

Los equipos que mandan lo hacen porque ganan todos los días: en los que juegan bien, en los que juegan genial, en los que el rival les domina y en los que las cosas, por una cosa u otra, no se terminan de poner de cara. El Real Madrid de Ancelotti sumó en Málaga una victoria (1-2) en uno de esos partidos en los que la inspiración está de vacaciones, uno significativo porque se convierte en un récord del club: 16 victorias seguidas, la primera vez que ocurre en el equipo más laureado de la historia.

El primer gol del Madrid es una muestra de las edades de Benzema. En plena posesión del Málaga, el francés cabeceó un balón suelto en mediocampo hacia James, la opción más válida para iniciar un contragolpe letal pero de difícil ejecución. El colombiano mandó al espacio a Cristiano, que hundió a la defensa hacia el área y asistió al gol. ¿Quién lo buscaba? De nuevo Benzema, que en una maniobra discutible con Weligton –primero se agarró uno, luego el otro–, hizo un desmarque asesino para golear.

Cristiano asistió a Benzema y Bale en los goles blancos pero no marcó, fallón ante la portería de un gran Kameni

En un campo difícil –el Málaga solo había recibido dos goles en La Rosaleda en toda la temporada– el Madrid fue luciendo más a golpes que a renglón seguido. El buen sistema defensivo local empezó por no permitir las combinaciones calmadas con las que el Madrid va sedando a sus rivales con Kroos, Modric, James e Isco. Ausente el croata, otra vez fue el malagueño, en su antigua casa, quien ocupó su posición, hoy en su día menos brillante, opacado por la responsabilidad.

Todo esto es relativo. El Real no se deleitaba pero mantenía el encuentro bajo control. En la primera parte el Málaga se asomaba alguna vez a la portería de Casillas, aunque casi siempre a balón parado, no a través del flujo del juego. Sin ser especialmente expeditivos, los defensores blancos sometían los intentos malagueños; incluso en sus peores días, Pepe y Ramos exigen un mundo a los delanteros rivales.

En el segundo tiempo, el control del Real fue mayor. De nuevo, nunca encontraron el ritmo que enamora y que han demostrado en los últimos dos meses, esa manera de jugar en la que sus centrocampistas flotan sobre el césped y se funden con los delanteros, sutiles en general y asesinos cuando toca.

Pero aun así, en una actuación con poco color, los blancos tuvieron ocasiones para sentenciar el partido mucho antes. No lo hicieron porque se encontraron con un Kameni de diez y porque les faltó una chispa de magia en la definición, como en el resto de aspectos del juego. Pero no les faltó nivel.

Santa Cruz acortó distancias al final para un buen Málaga, pero no tuvo tiempo de buscar el empate

Cristiano, en particular, hizo un buen partido, pero estuvo negado para batir al guardameta camerunés. Hubo una jugada en la que los dos centrales malaguistas fallaron y dejaron al portugués la pelota mansa, a placer, casi en el área pequeña. Lo que cualquier otro día sería una condena letal, en la noche andaluza fue un remate dubitativo que salvó Kameni. 

El portugués no marcó, pero sumó su segunda asistencia en los últimos minutos del partido. Ante un control cada vez mayor del Madrid, que aprovechó el cansancio rival, el Málaga decidió tirarse hacia adelante a por un todo o nada. El resultado fue que en un balón largo, Cristiano se encontró con Bale en estampida hacia la portería rival, despojado de rivales; le asistió de cabeza y el galés hizo el 0-2.

El partido parecía muerto pero hubo tiempo para casi todo. Isco fue expulsado al recibir una segunda dudosa amarilla y no jugará el próximo partido. Poco después, un cabezazo sensacional de Roque Santa Cruz le dio un gol al Málaga que ajustaba al marcador demasiado tarde, ya con minuto y medio del tiempo añadido cumplido. Les faltaron cinco más para inquietar más a un Madrid que sigue sumando desde su posición de mando en la clasificación de la Liga.

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