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"Quiero ser futbolista por la alegría que conlleva y para quitar a mi madre de limpiar"

Óliver Torres (Navalmoral de la Mata, Cáceres, 10 de noviembre de 1994) es una de las jóvenes promesas del fútbol español. Titular en la selección sub 20 que disputa el Mundial de Turquía pese a tener tan sólo 18 años, el Atlético de Madrid ha cedido el 20% de sus derechos sobre un futuro traspaso a un fondo de inversión asesorado por Jorge Mendes. Su cláusula de rescisión es de 26 millones de euros.

En una entrevista con el diario 'El País', Óliver confiesa que quiere ser futbolista "por la alegría que conlleva, pero también por quitar de trabajar a mi madre. Lleva casi toda su vida levantándose a las cuatro de la mañana para limpiar portales. ¿Por qué no decirlo? A veces, por los esfuerzos que hacía para ir a verme a Barcelona, nos costaba llegar a fin de mes. Soy un privilegiado por la oportunidad que tengo y haré todo lo posible por no desaprovecharla". "Mis padres querían llamarme Hugo", desvela el joven jugador del Atlético, "pero mi hermano se empeñó en Óliver por los dibujos. Tengo todos los capítulos guardados".

Torres se fue a Barcelona con 12 años para jugar en la Fundación Marcet, donde estuvo año y medio. Llamó la atención del Barcelona y del Espanyol, pero prefirió volver con su familia. "Nunca han escatimado. Sabían que necesitaba salir del pueblo. Los principios nunca son fáciles. Lo de Barcelona me hizo madurar, eres un niño y no tienes a tu familia al lado. Luego, cuando llegué al Atlético, no era ni titular. Incluso se dudaba de mi continuidad, no tenía altura ni fuerza. La primera vuelta en el cadete estuve todos los partidos en la grada".

"El balón es fundamental para mí. Intento disfrutarlo", cuenta Óliver a Ladislao Moñino. "Si me falta, no me siento cómodo. España, junto al Barça, es la máxima potencia en posesión de balón. Aquí vuelvo a mis orígenes, pero aporto esa chispa explosiva y esa verticalidad que me han dado en el Atlético. Antes era demasiado horizontal".

"Casi todos los técnicos me decían que esperara mi momento para recibir, pero querer el balón no es malo, es tener el valor de querer hacerlo tuyo y luego combinar, soy un futbolista asociativo. Antes me decían el chupón". "Me han trabajado bien", dice sobre su última temporada en el Atlético. "Ya encaro y no me tiran, ahora sí me voy de los rivales. Al principio, chocaba y me caía. Para jugar en Primera hay que ser fuerte”.

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