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El gran éxito de España no es haber ganado, sino haber cambiado el fútbol, al menos en Europa

Tiene el fútbol dos almas, una americana y otra europea. Con el tiempo parece haberse difuminado la diferencia.Ttodo es una marca global. Los mejores americanos juegan en Europa. Pero, en el fondo, las tendencias no llegan igual en las dos orillas del Atlántico. Las diferencias, imperceptibles en cuestión de clubes, se muestran cada cuatro años, en el Mundial, donde los países entran en liza.

Los equipos europeos hoy quieren ser España, la grande, no la de Brasil. Quizá ese, más allá de los metales, es el mérito de la selección. No es tan importante haber ganado como haber cambiado el juego de tantos. Italia, la inventora del cerrojazo, campeona del mundo con Lippi hace sólo ocho años, ahora busca a Pirlo y trata de combinar. Inglaterra, que ha pasado su vida necesitada de controladores aéreos con tanto pelotazo y juego directo, busca el pase más que antes. Alemania, la selección del físico y la potencia, hoy parte desde el  buen trato al balón, admira lo visto en La Roja. Francia, más de lo mismo.

Cada uno lo hace con sus calidades, mejor o peor, pero en general la tendencia es a asimilar su juego a lo que hacía hasta hace no mucho España. La intención, en este caso, sí que cuenta. No es casualidad, los técnicos que hoy dirigen esas selecciones han visto el éxito de España muy de cerca, no fue solo Sudáfrica, también Austria y Ucrania. Han sido seis años de un equipo arrollador y, al fin y al cabo, todos quieren copiar el éxito.

Distinta historia se da en el otro lado del mundo. Sí, estuvieron en Sudáfrica, pero en su caso igual pesa más el fracaso de las Copas Confederaciones que el éxito en el campeonato continental. Uno se queda con lo que realmente ve y, de algún modo, en cada continente se sospecha del torneo del otro.

Hoy Brasil es un equipo muy bien montado, saben a lo que quieren jugar y lo ejecutan con maestría. Es un fútbol poco imaginativo, cartesiano, aburrido incluso, pero indudablemente solvente. Son capaces de ganar el Mundial con esa propuesta, algo que tampoco es descabellado, son muchos los que han vencido pensando más en la defensa que en el ataque. Peor es lo de Argentina, equipo con talento en punta y sin una línea discursiva clara. No es tan grave jugar a la defensiva como no saber a lo que se juega. Tampoco Uruguay busca ser España. Ni Chile.

Las dos almas del fútbol se ven cada cuatro años. Unos y otros llegan con los trucos aprendidos recientemente y, aunque a muchos les parezca que ya no hay barreras, aún existen distintas maneras de ver un mismo deporte. Afortunadamente.

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