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Morata se divierte, Asensio se exhibe y James se enfada (2-4)

Morata celebra uno de sus goles.

Eligió Zidane el traje más atrevido para Leganés. Una propuesta llena de juventud, de clase y con un punto de ansiedad. La juventud de Morata, la clase inmensa de Asensio y la ansiedad de un James residual. Un equipo españolizado en punta y un bloque con una pegada plomiza que rentabilizó cada oportunidad de la que dispuso hasta la media hora de partido.

El partido se abrió con una estampida llena de clase de Asensio, quien tras recorrer 40 metros sirvió un pase delicioso que James solo tuvo que bautizar antes de llegar a la red. Se recomponía el Leganés cuando Morata cazó un rebote que peinó a la red. Y no mucho más tarde un chispazo de Kovacic plantó al 9 ante el portero rival, que de nuevo batió clavando la pelota en la red. Demasiado castigo para los locales. Un premio irrebatible para el inspirado ataque madridista.

Sin embargo, el Real Madrid mantiene costumbres preocupantes, como esa tendencia a desconectares de los partidos, o esa defensa deficiente en banda que convierte a los laterales contrarios en puñales. Lo entendió Rico, que explotó el carril de Danilo en varias ocasiones, sirviendo desde allí el primer gol a Gabriel en uno de ellos. Pasaba la media hora de encuentro y nada hacia presagiar un naufragio blanco, pero 90 segundos después los blancos mostraban otra carencia: la mala defensa de los balones parados. Luciano remachaba a la red un córner, desatando la euforia local.

Al descanso se llegaba con la sensación de partido abierto. Ataques que superaban a las defensas, una medular descosida sin dueño y un intercambio de golpes en el que la pegada de los meritorios madridistas sacaba réditos. Había partido.

La segunda parte comenzó mostrando las miserias defensivas del Leganés, que se marcaba en propia puerta otro tanto en una falta mal defendida. Cada error local era gol visitante. Cada error visitante era gol local. Más que un partido era un tiroteo. Ese gol metió en formol el partido. Y de ahí al final hubo pocas noticias, más allá del enfado de James al ser sutituido por Isco. Un cambio con dos 'víctimas' de Zidane. Aunque uno diría que el colombiano es más preso de su mediocridad que los caprichos de Zizou.

Las rotaciones de Zidane se justificaron en Butarque. Tiene fondo de armario el francés, que alterna en su banquillo hambre y enfado. Isco tiene novias y ganas de jugar, Morata está cansado de convertir sus oportunidades en goles y James es la antítesis de Lucas. Uno corre y calla, el otro trota y masculla. Una jornada menos, una trampa menos.

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