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La pelea del siglo (II): Manny Pacquiao, un renacentista del ring surgido de la miseria

Manny Pacquiao, durante la grabación de un disco.

Manny Pacquiao sale a correr por las mañanas y más de cien personas siguen sus pasos. Es un ídolo de masas, un ejemplo para sus compatriotas, el mayor icono deportivo que ha dado Filipinas en su historia. También es un campeón inesperado, una narrativa única que cuenta un camino lleno de problemas hasta llegar a la cumbre. Hasta la gran pelea con Mayweather la que le puede convertir en el gran boxeador de su tiempo. 

Pacquiao nación en Kibawe y muy pocos sitios está más lejos de la fama mundial que esa aldea de la isla de Mindanao. Allí se sobrevive más que se vive y nadie piensa en las mieles del reconocimiento mundial. Manny nació en un matrimonio roto y tuvo cinco hermanos. Las dificultades en casa eran tales que tuvo que salir a buscarse un futuro, y no pudo encontrar nada más que dormir en la calle y hacer pequeños trapicheos para sacar algo de dinero.

Pronto llegó a los gimnasios, típicos en la zona y lugar de encuentro de muchos de los que quieren salir delante de una manera más o menos digna. La mayoría, sobra decirlo, nunca consigue nada. Pero Pacquiao, zurdo, rápido e intenso, pronto demostró que tenía trazas de buen boxeador. Quizá no para ser el mejor, incluso para ganarse la vida, pero sí para ponerlo en un ring contra rivales de cierta relevancia.

Ahora compite en el peso welter, pero de joven no daba peso ni para el mosca

Pacquiao tenía un problema: era muy pequeño. No tenía 14 años y no pesaba lo suficiente siquiera para competir en el deporte. Pero cuando alguien está decidido a entrar en algo no hay norma posible que se lo impide. En su primer pesaje profesional se puso lastres en los bolsillos.  No llegaba a peso mosca.

Empezó a ganar y a hacerse un nombre en los circuitos boxísticos de Filipinas. De ahí pronto pasó a ser uno de los púgiles más importantes del sudeste asiático, acumulando victorias y demostrando ser un boxeador muy a tener en cuenta. En uno de esos combates se cruzó con Chatchai Sasakul, un tailandés con cinturón de campeón del mundo. Le ganó por ko y consiguió su primer título planetario. Aún vivía en el peso mosca.

Poco después pasó al peso gallo y, lo que es más importante, dio un vuelco a su carrera al irse a vivir a Estados Unidos. En Los Ángeles empezó a entrenarse con Freddie Roach, un antiguo boxeador con párkinson que había entrenado a algunos grandes púgiles antes y que ahora dice que no ha conocido ninguno como Pacquiao. También fue campeón del mundo en ese peso, pero pronto pensó en subir aún más sus kilos para poder competir en categorías más lucrativas.

No paró de hacerlo hasta que subió al peso welter. En realidad todo el mundo pensó que era una locura que compitiese en esa categoría, no tiene el cuerpo suficiente para pelear con gente mucho más grande que él. Su debut, además, iba a ser con uno de los grandes boxeadores de su tiempo, que previamente había sido pupilo de Roach: Oscar de la Hoya.

Los promotores dicen que temieron aquel momento, que creían que De la Hoya, mucho más formado, podría darle un gran escarmiento a Manny. Nada más lejos de la realidad, Pacquiao demostró que sus cambios de peso no le habían restado velocidad en los puños, que la fuerza no le había traicionado y reventó a su rival.

La estrella del filipino no tenía fin. Las marquesinas de Manila tenían su nombre puesto, los aviones llevaban su rostro en el fuselaje. Todo se le permitía, incluso cantar, aunque no fuese la mejor de sus artes. Daba lo mismo, sus discos se vendían mucho en Filipinas, pues estaban dispuestos a cualquier cosa con tal de contentar a la estrella.

Fue considerado el mejor boxeador libra por libra del mundo. También el mejor de la década, lo cual no gustó nada a Mayweather junior porque Pacquiao no estaba invicto y él sí. El caso es que la fama del asiático era mayor, quizá porque él nunca rechazó un combate de primer nivel. Todos los grandes boxeadores de su tiempo, menos Mayweather, han pasado por el ring contra el filipino.

Estuvo cerca de dejar el boxeo tras un mal golpe en una pelea con Márquez

Si la pelea entre Pacquiao y Mayweather, el combate del siglo, no se ha dado ante ha sido habitualmente por las reticencias del estadounidense, que no quería enfrentarse a un polvorilla que nunca deja de lanzar puñetazos a gran velocidad. Llegará tarde, pero es más de lo que se pensaba hace solo un par de años, cuando Pacquiao pasó el peor momento de su vida.

Fue en una pelea con Márquez, la ultima derrota que se cuenta en la lista del filipino. Un mal golpe le llevó a la lona, donde quedó tumbado de frente, sin moverse. Muchos pensaron que estaba muerto. Casi se dio por hecho que no volvería a boxear, que su carrera ya era pasado. Nada de eso fue así. Volvió, ganó de nuevo y ahora se enfrentará a la gran pelea de su tiempo, el combate que definirá buena parte de su carrera.

El chico bueno contra el villano

Pacquiao es en este combate el chico bueno frente al villano. Tiene una pareja muy estable, aunque pasaron malos tiempos hace años por el vicio de las apuestas que tiene Pac-man. Es congresista en Filipinas y muchos piensan que en un futuro, si él quiere, terminará siendo presidente del país pues su fama está muy por encima de la de cualquiera de sus compatriotas. Y es muy querido, también porque se ha convertido allí en un gran benefactor. Es, además, el hombre que más impuestos paga del país. Compagina su tiempo en el parlamento con el gimnasio, donde entrena de manera estajanovista. También es conocido por su frugalidad comiendo, casi todos los días su dieta se compone de arroz al vapor y algo de carne.

El filipino, conocido en el boxeo como ‘Pacman’, tiene muchas y variadas aficiones. Por ejemplo, juega en la primera división de baloncesto de su país aunque su altura esté muy lejos de lo requerido en ese deporte. Le gusta y se lo puede permitir, nadie diría que no al héroe nacional. De hecho algún americano de la liga ha bromeado con el tema y ha sido sancionado por ello. No se toca al mito.

Llega a esta pelea ganado menos dinero que su rival, aceptando casi todas las condiciones que ha puesto encima de la mesa el campamento de Mayweather, incluso el análisis de sangre que en otro momento fue el tema de discordia y por el que el combate descarriló. No le importa, sabe que su retirada está cerca y quiere demostrar que él ha sido el mejor boxeador de su tiempo.

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