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El vestuario comienza a dudar de la capacidad de Luis Enrique para dirigir al Barça

Luis Enrique, el día de su presentación como técnico del Barcelona.

En el vestuario del Barcelona comienzan a perder la paciencia con Luis Enrique: 22 alineaciones diferentes en 22 partidos, cambios constantes de esquema, onces estrambóticos, decisiones inexplicables, jugadores apartados, futbolistas fuera de sitio, fichajes arrinconados, comunicación inexistente con la plantilla...

Este Barça, que es peor que el de Tito y el de Tata, se ha dejado ya 10 puntos en la Liga (dos en Getafe, tres en el Camp Nou ante el Celta, tres en el Bernabéu y dos en Málaga). Desde su visita al Bernabéu, el 25 de octubre, ha perdido ocho puntos, lo que le ha llevado a estar cuatro puntos por debajo del Real Madrid, cuando en esa jornada llegaba cuatro puntos por encima. En el vestuario del Barcelona comienzan a perder la paciencia con Luis Enrique.

El asturiano ha implantado una dinámica caótica que ha conseguido que los jugadores parezcan peor de lo que son. Y eso comienza a desgastar al vestuario. El equipo vive de la inspiración de Messi, y cuando Leo no marca, el equipo no gana, como ocurrió en los cuatro partidos en los que tropezó. Messi suma 21 goles esta temporada, pero lo más llamativo es que en los 16 triunfos culés, el argentino anotó o asistió en 14 de ellos. Además, hay que sumar que Lionel no está cómodo en el club, no se siente respaldado por esta directiva, ni ve en el técnico a alguien con quien seguir creciendo, como ocurría con Guardiola.

Cuando Messi no aparece, desde el banquillo no llegan soluciones, lo que genera dudas en el vestuario. Hay futbolistas que dudan abiertamente de la capacidad de Luis Enrique "para dirigir a un grande como el Barça". Y así lo han comentado en las convocatorias de sus selecciones. Este Barça no sabe a qué juega, ni qué propone, si prioriza su juego o intenta neutralizar el del rival. De eso se queja la grada y eso comentan los jugadores cuando los micrófonos están cerrados.

Luis Suárez está desquiciado (cero goles en Liga en 518 minutos), Rakitic frustrado por sus suplencias en los partidos grandes, Neymar se ha diluído tras un arranque fulgurante, Mathieu no acaba de asentarse con tanto intermitencia, Ter Stegen no ha digerido bien su rol secundario... Y a todo eso se suma la falta de fluidez en el juego que se traduce en un déficit de goles, especialmente lejos del Camp Nou: 12 tantos por los 31 del Real Madrid como visitante.

Por último, el discurso de "todo está bien" no es compartido por los futbolistas. Si con los jugadores la relación es casi inexistente, con la prensa es nula. Una actitud desafiante que ha enrarecido el ambiente en la sala de prensa azulgrana, donde ni siquiera en la época de Martino se respiraba la crispación que genera el asturiano en sus comparecencias.

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