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Las miserias del fútbol sala español: el Santiago jugará este viernes ante el Jaén y luego desaparecerá

Jugadores del primer equipo y de la cantera del Santiago Futsal.

España es la máxima potencia universal en fútbol sala, donde sólo Brasil le hace sombra en el apartado competitivo. En el aspecto técnico y organizativo, los entrenadores españoles son requeridos en todo el mundo y la Liga Nacional de Fútbol Sala es la mejor. Sin embargo, se trata de un gigante deportivo con pies económicos de barro. El ejemplo y, a la vez, nueva víctima inminente de tan amarga paradoja es el Santiago Futsal.

El club gallego milita en la élite de este deporte y es un referente en muchos sentidos, pero si este viernes no ha conseguido 150.000 euros, no llegará al sábado. A medianoche desaparecerá. No es el cuento de Cenicienta ni una amenaza vacía. Aproximadamente a esa hora del viernes los jugadores del primer equipo y el cuerpo técnico, con Santi Valladares, entrenador, a la cabeza abandonarán el vestuario local y las instalaciones del Multiusos Fontes do Sar, su casa, después de haber jugado el partido de la decimoquinta jornada de Liga ante el Jaén Paraiso Interior. El último partido. Se despedirán y ya no volverán a vestir la ropa oficial de la entidad compostelana.

Santi Valladares, entrenador: "Es un vergüenza a nivel nacional que un equipo de Santiago en la mejor liga del mundo tenga que abandonar a mitad de temporada. Que se le deje morir así es triste"

Da igual que el martes 22 de diciembre esté previsto, también en Santiago, el primer encuentro de la segunda vuelta ante el Peñíscola. "Si el futuro del club no está asegurado de verdad y con dinero o avales solventes, no con promesas, nos iremos para casa. No empezaremos la segunda vuelta porque creo que es lo mejor para que los jugadores tengan la posibilidad de arreglar su futuro", insiste cada día con firmeza Valladares.

Porque hoy en Santiago ya no existe ese futuro para quienes se dedican profesionalmente al fútbol sala. Suena irreal e increíble a mitad de temporada y en un club de máximo nivel con 16 equipos en diferentes categorías: desde el de psicomotricidad, formado por niños y niñas de 3 y 4 años; la sección femenina, que además de tener dos equipos compitiendo en diferentes ligas realiza diversas actividades de compromiso social muy respetadas en la ciudad santiaguesa; hasta el filial, Santiago Futsal B, que milita en la Tercera División Nacional. 

Nacido en 1975 con el nombre de Autos Lobelle, fundado por José Antonio Lobelle Quintillán, dueño de los concesionarios Nissan, el club fue creciendo y subiendo de categoría hasta llegar a lo más alto. Pero, como ha ocurrido tantas veces en el deporte español, ese desarrollo fue descontrolado. Otra burbuja ruinosa. Los gastos superaron con mucho a los ingresos, y la tan manida crisis también se cebó con el mercado automovilístico arrastrando al equipo de la capital gallega.

En verano de 2012, José Antonio Lobelle deja la presidencia y la entidad pasa a llamarse Santiago Futsal, pero carga con una pesada mochila de 200.000 euros de deuda. Luego llegó el concurso de acreedores y, lógicamente, desde entonces hay que pagar la dura minuta concursal a los deudores. Especialmente a Hacienda y a la Seguridad Social, que exigen sus 5.000 euros mensuales. Si a ello se le suman nóminas, viajes y demás gastos corrientes, las cuentas no salen.

Las instituciones, que arrimaron el hombro hace tres años para salvar la primera amenaza de desaparición, apenas ayudan ya. El panorama político y social ha cambiado mucho, hay otras prioridades y el deporte profesional no está entre ellas. Las empresas andan a lo suyo, intentando recuperarse del batacazo general, y los mirlos blancos volaron hace tiempo.

Los aficionados, que no han querido ver hasta ahora la gravedad de la situación, intentan reaccionar. Pero apenas queda tiempo. Se han movilizado en las redes sociales e intentan rascarse los anónimos bolsillos en la medida de sus ajustadas posibilidades. Se agradece el esfuerzo, pero con eso no basta. Ni mucho menos.

Así que un equipo modesto y orgulloso de lo que es, con títulos -1 Copa de España, 1 Recopa de Europa, 2 Copas de la Xunta de Galicia y 1 Supercopa de España- y con una filosofía reconocida y admirada en toda España agoniza. Un club por el que han pasado más de 5.000 jugadores de todas las edades, que ha nutrido de grandes futbolistas a media Liga -incluidos todos los equipos punteros- tiene fecha de caducidad.

Antes ya se borraron del mapa clubes de perfil parecido, algunos históricos, como Astorga, Benicarló, Carnicer o Segovia. Ahora, salvo milagro compostelano, la entidad gallega certificará que bajo el manto de oropel, glamur y éxitos del futbol sala español, muchos equipos de las divisiones superiores sobreviven al día, aplazando el pago de sueldos y trampeando como pueden. Regateando a la miseria. El Santiago Futsal ha agotado su repertorio de fintas, y el viernes se retirará del parqué para no regresar.

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