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Deportes

Tebas logra por fin el decreto de venta conjunta de derechos audiovisuales

Miguel Cardenal y Javier Tebas.

Por fin llega el decreto, esa norma que de tanto que se ha hablado no necesita apellido. El Consejo de Ministros aprobará hoy jueves la norma que da pie a la venta centralizada de derechos televisivos para el fútbol español. Es el gran caballo de batalla de Tebas, que finalmente ha conseguido lo que quería aunque haya tenido que sudar sangre para que la legislación haya salido adelante.

Y eso que, en un principio, se vendió como algo que era solo coser y cantar. Tebas lleva meses hablando de la nueva normativa, la que inundaría el fútbol español de dinero y llevaría a un reparto más equitativo de los ingresos televisivos de la Liga. Una idea en la que, en teoría, estaban de acuerdo todos los clubes del fútbol español menos el Athletic –que por su economía saneada y su política de fichajes no veía bien este paso- e incluso el Consejo Superior de Deportes, el órgano gubernamental encargado de tramitar la cuestión.

La realidad, sin embargo, ha sido tozuda y ha demostrado que no todo iba a ser tan fácil. La normativa se encontró con el rechazo del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, enemistado personalmente con Tebas y con el secretario de Estado Miguel Cardenal. Villar, que se encuentra en una encarnizada lucha con el CSD por otras cuestiones, decidió parar el desarrollo de la norma alegando que la FIFA obliga a que los derechos televisivos correspondan a las federaciones nacionales. Además el dirigente tiene buenos contactos en Moncloa, la última voz necesaria para que la norma pasase de las musas al teatro.

Solo hace unas semanas la LFP y la RFEF se reunieron finalmente y llegaron a un acuerdo de mínimos para sentar las bases del acuerdo. Fuentes de la negociación destacan el papel que ha tenido Enrique Cerezo para mediar entre las dos instituciones, con posiciones muy enfrentadas durante meses. En las últimas reuniones se ha acordado un reparto en el que la RFEF tendrá el 3,5% del montante total de los derechos, un 1% más de lo que estaba cobrando hasta el momento. El resto del pastel se repartirá con un 0,5% para la AFE, un 10% para la Liga Adelante, un 1% para el CSD y el 85% para los clubes de Primera División.

En algún momento Jaume Roures, empresario televisivo que durante estos años ha estado pagando las facturas de la televisión, sugirió que la normativa que ahora sale adelante no era necesaria, que bastaría con un acuerdo de caballeros entre los clubes para vender los derechos de manera conjunta. Muchos clubes pequeños no se fiaron de que los grandes mantuviesen el pacto mucho tiempo y por eso querían que la cuestión pasase por el Ejecutivo.

Tebas ha pasado meses contando que el nuevo decreto conllevará más dinero y un mejor reparto, aunque eso está por ver pues la norma no articula ninguna de las dos cuestiones. Se supone que la palabra dada será suficiente y que la venta conjunta sí llevará una reducción –sucinta- del dinero del Madrid y el Barcelona y una mayor cuota para el resto de equipos de Primera.

Muchos equipos han vivido en los últimos meses en la incertidumbre de no saber cómo iba a ser el tema del dinero televisivo en los próximos años, lo que suponía una presión sobre sus cuentas inaceptable, ya que son varios los equipos profesionales que dependen plenamente del dinero de los audiovisuales para su subsistencia y que no podían planear nada sin tener más o menos claro el sistema que se iba a seguir.

Queda ahora una parte peliaguda, la propia venta de los derechos. El mercado televisivo en España no es un ejemplo de diversidad, por lo que no es fácil saber quién pondrá el dinero sobre la mesa. Tebas calcula que con la venta conjunta la LFP puede llegar a cobrar 1.000 millones de euros por los derechos, 200 más de los que percibe ahora, menos de la mitad de lo que cobra la liga inglesa. Los nervios han reinado en las últimas semanas, a medida de que el decreto no salía, entre otras cosas porque el tiempo corría en contra de la LFP, que se veía sin fuerza suficiente al no tener el decreto para sentarse a negociar, un problema que ahora, por fin, parece solventado.

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