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Griezmann prolonga su estado de gracia... y el del Atlético (1-0)

Griezmann, durante el partido ante el Leicester.

Ni las algaradas de los hinchas del Leicester ni la tensión provocada por el atentado terrorista en Dortmund minaron el sentimiento atlético que preparó su particular liturgia europea para afrontar el primer asalto contra Vardy y cia.

La Champions remueve a cada seguidor rojiblanco con una implicación absoluta en pos de una meta negada en dos ocasiones, pero que para todos es el preludio de una nueva oportunidad. La actual está hoy un poco más cerca que ayer después del resultado del Manzanares.

El Atleti adopta el modo Champions con una soltura que es costumbre y responsabilidad a la vez. Aleccionados salen los guerreros del Cholo independientemente del rival que tengan y el Leicester fue la cenicienta del bombo hasta que eliminó al Sevilla.

Ello apremió todavía más al exiguo equipo colchonero que repitió por tercera vez consecutiva su once titular algo nada habitual pero obligado por las bajas. Con todo y con eso el Atlético salió a someter a los ingleses. Con Koke sublime en la dirección activadísimo y avisando de primeras con un remate al poste. Con Carrasco móvil por una banda y otra errando una grana acción de Filipe Luis por la izquierda. Con Griezmann buscando desactivar a la zaga inglesa por detrás de Torres y probando suerte ambos en sendos remates altos y flojos.

En el engranaje rojiblanco Saúl supo interpretar la exigencia del combate robando y poniendo la pierna más larga en balones divididos. Savic y Godín echaron el resto en las ayudas para que el inquietante Vardy no diera más sustos de la cuenta. El todo atlético funcionaba porque además a Oblak no le llegaba peligro.

Al Atleti le dio tiempo a sestear un rato breve y el gol de Vidal en Munich dio un impulso mayor a la grada del Calderón. El mal del vecino activa a la grey colchonera, pero mucho más si su equipo hace las cosas bien. Y eso hizo Koke para prolongar el éxtasis atlético cuando entregó entre dos jugadores del Leicester un balón largo en campo propio a su amigo Antoine. La galopada del francés fue colosal sumando yardas a velocidad de relámpago directo al área de Schmeichel. Tanto esfuerzo merecía premio y Albrighton derribó al francés en el límite del área, pero Eriksson no dudó. El penalti volvía a ser una reválida para Griezmann, el ejecutor, y todos los atléticos. Pero no falló. Un gol de un peso colosal para la resolución de la eliminatoria en Inglaterra.

El Atlético hizo lo que exigía el guión. A la perfección. Un resultado al descanso perfecto para ampliarlo o conservar la renta como sólo saben hacer los hombres del Cholo. Para ello cambió a Cararsco y metió a Correa, oxigenó al equipo y reforzó la media con Thomas por Torres mientras seguía el asedio colchonero.

Torres no estuvo afortunado en una ocasión magnífica y su resbalón impidó el gol en una jugada perfecta. Griezmann lo intentó con sus compañeros multiplicándose por un costado (Juanfran) y otro (Filipe). El 2-0 era el objetivo pero el 1-0 valía mientras el Leicester defendía y defendía porque más no le dejó hacer un Atlético muy superior

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