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Con Franco ya había pasión, lanzamiento de objetos... y hasta puñetazos en los derbis

Aficionados atléticos presumen de campo el 2 de octubre de 1996, día de la inauguración del Vicente Calderón.

"Dentro del recinto hubo guerra de nervios, abajo y arriba, y hasta se repartieron no pocas bofetadas en la tribuna lateral".

El "recinto" al que se refiere el párrafo anterior es el estadio Vicente Calderón, y la descripción de lo sucedido figura en la página 90 del diario ABC del martes 18 de abril de 1967. Concretamente, en un despiece de la crónica del primer derbi madrileño que se había disputado en el campo de la ribera del Manzanares dos días antes.

Fue en la 29ª jornada de Liga, el Madrid ya era campeón y el Atlético no se jugaba nada. Empataron (2-2). Todo ello en el corazón de la capital de España y en plena dictadura del general Francisco Franco. Apenas tres años antes, en 1964, el régimen había celebrado por todo lo alto el vigesimoquinto aniversario del final de la Guerra Civil.

Para ello acuñó uno de esos lemas grandilocuentes y propagandísticos, "XXV Años de Paz", arropado con la inauguración del Hospital de la Paz o la construcción de la Avenida de la Paz (M30), ambos en Madrid, entre otros fastos.

"Se repartieron no pocas bofetadas en la tribuna lateral", se lee en la información del diario ABC sobre el primer Atlético-Real Madrid jugado en el Calderón

Pero el fútbol, para bien y para mal, siempre encuentra una gatera por la que escapar del control político. Y más cuando se trata de una cita tan pasional como un derbi.

En esa España "de la paz", la crónica de ABC, firmada por el maestro Gilera arranca así: "Asusta pensar lo que podría haber sido el partido si hubieran tenido trascendencia los puntos".

Y unas líneas después, insiste: "Pero en fútbol, como en otros órdenes de la vida, los buenos propósitos se esfuman a la primera de cambio y volvemos a caer en la tentación, que en este juego de pelota es la dureza, la violencia, la falta".  

"Total, como sucede en partidos broncos y con broncas, abundantes de faltas y de errores arbitrales: que hubo de todo a favor y en contra, y que, como sucede siempre, los partidarios alegarán lo que les convenga o lo que les deje ver su natural pasión. Y, en definitiva, un mal partido, contrario a los fines altruistas y deportivos que tenía fijado", finaliza Gilera.

Las flamantes y recién estrenadas gradas -una zona del campo aún estaba en obras- no fueron ajenas a esa tensión. Así lo refleja también la crónica de La Vanguardia: "Los atléticos increpaban a los madridistas al grito de ¡Inter, Inter! (el equipo italiano había eliminado un mes antes a los merengues en cuartos de final de la entonces Copa de Europa)".

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