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Fernando Alonso no es un defraudador, pero tampoco un santo ni un modelo

Alonso firma una bandera de España siendo piloto de Ferrari.

Hasta ahora, nadie ha podido acusar de ningún delito a Fernando Alonso. Pero su popularidad viene muy bien para vender una lista inacabable en la que figuran personas que tienen o tuvieron dinero en Suiza. Algunos de ellos defraudaron a Hacienda; otros, no. Como quiera que Alonso asegura haber cumplido siempre con la ley, el asturiano anuncia demandas contra los medios de comunicación que considera han mancillado su honor. Muy bien, que decida el juez.

Cuando este domingo se publicó la 'lista Fanciani', el numeroso clan antiAlonso bramó su satisfacción a los cuatro vientos atizando sin piedad al bicampeón de Fórmula 1. Entre ellos, no pocos periodistas que aprovechan la mínima para machacarle. Enfrente, el batallón de fans le defendió, incluidos también informadores especializados del mundillo del motor que le bailan el agua al ovetense todo el año. Lo haga bien o lo haga mal.

Que Alonso es el mejor piloto de la actual parrilla de Fórmula 1 no lo discute nadie. Si acaso, Lewis Hamilton. Y que, en un Mundial de máxima repercusión mundial durante todo el año, Fernando se ha convertido en uno de los más grandes deportistas españoles de todos los tiempos, tampoco. Pero de ahí a canonizarle o convertirle en un modelo social media un abismo. Y seguramente el propio protagonista jamás ha aspirado a tan pretencioso objetivo.

El actual piloto de McLaren no habrá defraudado ni un euro al fisco español, pero es otro de esos espabilados millonarios que se puede permitir el lujo de tener su dinero en Suiza. Y, aunque pocos han puesto el foco en el detalle, lo más reprochable es que decidiese llevarse la pasta al famoso banco helvético HSBC apenas aterrizado en la F1.

En 2002, muy probablemente aconsejado por el lince Briatore –entonces su representante y también en la famosa lista-, el astur abrió su tan popular cuenta suiza. Aún tardó cuatro años en obtener la residencia oficial en el idílico país centroeuropeo, así que ese el período más injustificable y oscuro –que no ilegal- del culebrón financiero de Alonso. Luego, ya como ciudadano suizo, no iba a guardar los billetes debajo de la cama. Como todo el mundo, el dinero se lo ingresaban en el banco.

En 2011 regresó a España y, según cuentan sus asesores, Hacienda no le pidió ni un mísero papel porque todo estaba en perfecto estado de revista tributaria. Y ahora vive en Dubai, donde se ha comprado un pisito argumentando que se trata de un país estratégico desde el que puede plantarse a golpe de avión y en un periquete en cualquier gran premio de los muchos que se organizan en Europa y Asia. Por tanto, aviso para aspirantes a ‘Falciani’: a investigar, que seguro que Alonso tiene alguna generosa cuenta en algún poderoso banco de los Emiratos Árabes. Todo legal… y susceptible de algún titular jugoso.

Así que a Fernando Alonso se le puede acusar de ser antipatriota, insolidario con los ciudadanos de su país o simplemente un listo que tiene los medios y la oportunidad para sacarle el máximo provecho a los millones de euros que ingresa merced a una vida profesional tan corta como beneficiosa. Pero nada más. Y el que piense o sepa algo, ya está tardando en acudir a un juzgado.

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