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Eufemiano Fuentes dice que también trató a futbolistas, tenistas o boxeadores para "velar por su salud"

Desde luego, Eufemiano Fuentes vende confianza. Impecable traje azul, elegante corbata a juego y, sobre todo, ese tono sereno y pretendidamente convincente. Desde luego, oyéndole y viéndole actuar cualquiera diría que pocos médicos mejores qué él para que un deportista de élite le encargue un tratamiento de, digamos, refuerzo de la capacidad atlética. Fuentes, principal imputado ha declarado este martes con su habitual aplomo en en el juicio oral de la 'Operación Puerto' que se celebra desde el lunes en Madrid.

En su declaración ante la jueza Julia Patricia Santamaría, que se alargó durante más de cuatro horas en el juzgado de lo Penal número 21, Fuentes defendió que "nunca" hizo una transfusión de una persona a otra ni tampoco durante una competición. El testimonio del doctor  continuará este miércoles con las preguntas de la defensa, después de que a las 15:45 horas se acogiera a su derecho a no contestar a más preguntas de la acusación.

El médico llevaba la lección bien aprendida y lo primero que hizo fue sacar el ventilador. Siempre, eso sí, utilizando el paraguas de velar por la salud de todos sus pacientes: "Trabajaba con ciclistas, futbolistas, tenistas, boxeadores. Contactaban conmigo para asesoramiento físico y atlético. Les hacía pruebas para garantizar que su salud no quedara dañada por el esfuerzo. Siempre venían a título individual y se hacía asesoramiento y preparación tras una lesión, para un evento deportivo en concreto”.

Fuentes detalló que él y José Luis Merino Batres, cuya causa se ha archivado por enfermedad, eran los únicos responsables de su "asesoramiento" deportivo. "Comenzamos a trabajar juntos en el año 85. Cuando le conocí era el director del Banco de Sangre de Madrid. En los años ochenta desempeñé diversos cargos en organismos públicos, necesitaba un laboratorio de análisis y el de Merino me pareció muy completo. Empezamos una relación profesional que se transformó en personal", rememoró sobre el "especialista en hematología" con el que colaboró prolongadamente.

De acuerdo al relato de Fuentes, las consultas y extracciones se hacían en la calle Zurbano, sede de la consulta de Merino. "Al principio eran extracciones con 49 días como periodo máximo de conservación. A finales de 2004, Merino me habló de una técnica para congelar la sangre y que durara 30 años. Aquello implicó comprar las máquinas, los arcones y las centrifugadoras”.

En cuanto a los dos pisos madrileños en los que la Guardia Civil realizó registros en mayo de 2006, aseguró que el situado en la calle Caídos de la División Azul era el "domicilio particular" en el que sus padres habían "vivido siempre", mientras que el de la calle Alonso Cano se decidieron a alquilarlo por necesidad de espacio para almacenar la sangre extraída y las dos máquinas ACP-215. "Éramos muy escrupulosos en el traslado de bolsas. Había 500 metros entre Zurbano y Alonso Cano y siempre se daban condiciones sobradas para que no hubiera peligro", explicó, antes de aclarar que el ciclista Alberto León, fallecido hace dos años, era un "mero transportador", una de las labores que realizaba junto con la "limpieza del piso", tareas por las que cobraba "poco, unos 150 euros semanales".

Las reinfusiones se hacían “para evitar anemias"

"Yo decidía las extracciones cuando veía que el nivel de hematocrito era muy elevado. Las razones podían ser muchas: altitud, tratamientos, cámaras hipobáricas... Tener esos valores es peligroso en la sangre. Cuando había valores por encima de 50 la congelábamos porque no sabíamos cuándo iba a ser devuelto. Si el propietario de la sangre tenía necesidad por valores anormales, se la reinfundíamos para devolver esa viscosidad por peligro de anemia", argumentó Fuentes.

El médico reconoció que, además de en la consulta de Zurbano, las extracciones y analíticas también se hacían en "habitaciones de hotel de la zona" y que a los deportistas "se les informaba de los riesgos que corrían". "Era por privacidad, porque un deportista no quería que otro le viera. Como ocurre en una consulta de cirugía estética, cuando a dos mujeres que se van a operar los pechos se les pone en consultas separadas", alegó.

Durante una carrera "nunca se reinfundía a ningún ciclista", sino que, según la versión del imputado, la reinfusiones se realizaban antes, ya que "lo más duro muchas veces no se da en la competición, sino en los entrenamientos previos, con una exigencia igual o superior".

"Cuando venía una competición importante y sabíamos que el nivel de hematocrito podía pasar de 34 a 28, le poníamos sangre hasta un valor normal de cuarenta y algo. Una vez reinfundida, nunca se dio el caso de que nos excediéramos en el hematocrito. El ciclista sería excluido de la competición y no era lo que buscábamos. Más de un 50 por ciento de hematocrito es peligroso para la salud", reiteró.

Fuentes subrayó que "los valores normales de un ciclista masculino oscilan entre 43 y 52 por ciento", tal y como "estiman el 99 por ciento de los laboratorios". "La UCI estableció un tope de 50 para que nadie fuera sospechoso. Yo tengo un 52 por ciento de forma natural. Los ciclistas en absoluto querían más de los valores normales. Nunca he entendido por qué no se ha puesto un tope inferior de hematocrito, es tan malo el exceso como el defecto", reclamó.

Pese a su manifiesta influencia en la preparación de los ciclistas que le contrataban, aseguró que llamarle "director deportivo sería atrevido" respecto a su trabajo en esa época, ya que, aunque él contaba con "un calendario competitivo del ciclista, la planificación deportiva iba aparte".

"No sé hasta qué punto los deportistas informaban a sus equipos. Doy por hecho que ellos lo comunicaban a los equipos, pero no tengo constancia. Para las transfusiones no me coordinaba con ningún médico, excepto el doctor Merino", añadió el canario, que no ve "por qué" tendría que haber llevado "un registro de las reinfusiones" que realizaba.

La AMA tiene tres días para solicitar las muestras de sangre

La magistrada que preside el juicio de la Operación Puerto contra el dopaje ha aplazado, previsiblemente hasta que dicte sentencia, la decisión sobre si permitirá o no a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y a otras partes interesadas acceder a las muestras de sangre intervenidas en 2006. La juez Julia Patricia Santamaría ha dado tres días de plazo a las acusaciones que hicieron esta petición en la sesión dedicada ayer a las cuestiones previas para que concreten exactamente cuál es el material al que quieren tener acceso y qué uso le darían.

Aunque fue la AMA la que hizo la solicitud, otras acusaciones se adhirieron posteriormente a ella, como el Consejo Superior de Deportes (CSD) -representado en el juicio por la Abogacía del Estado y del que depende la Agencia Española Antidopaje (AEA)-, la Unión Ciclista Internacional (UCI) y la Federación Española de Ciclismo.

La Fiscalía, sin embargo, no respaldó ayer la petición de entrega de las muestras de sangre, cuestión que también fue repetidamente rechazada por el juez que instruyó la causa, Antonio Serrano, que siempre se negó a facilitar a las autoridades antidopaje españolas e internacionales las más de doscientas bolsas de plasma y de sangre refrigerada intervenidas por la Guardia Civil en mayo de 2006.

Poder analizar ese material es imprescindible para que la AMA o la AEA identifiquen a los deportistas que utilizaban los servicios de los médicos de la trama -Eufemiano Fuentes, que se sienta en el banquillo de los acusados, y José Luis Merino Batres, excluido de la causa por padecer alzheimer- e iniciar procedimientos sancionadores contra ellos.

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