El mensaje que llega desde las aguas que bañan las costas de Somalia, en el Índico, son claros: "La piratería está contenida, pero no erradicada". Prueba de ello son los últimos acontecimientos a los que se ha enfrentado la Armada española, en el marco de la Operación Atalanta de la Unión Europea para mantener la seguridad en la región: la fragata Santa María, actualmente en zona de operaciones, ha monitorizado el secuestro de un buque chino; y, en rotaciones anteriores, efectivos españoles han protagonizado otros episodios vinculados a esta actividad criminal.
La fragata Santa María es uno de los buques veteranos al servicio de la Armada. Durante las casi tres décadas que lleva en activo ha protagonizado múltiples despliegues en la lucha contra la piratería en el Índico. La Operación Atalanta arrancó en el año 2008, cuando la actividad criminal alcanzaba cotas que amenazaban el tránsito de los buques por esta zona, incluidos los buques del Programa Mundial de Alimentos que trataban de desembarcar ayuda humanitaria en una Somalia deshecha por las guerras, el terrorismo y la hambruna.
España es quizá el país de la Unión Europea más comprometido con esta misión, atendiendo a la continuidad de los despliegues durante estos años y a las capacidades actualmente incorporadas a la misión, incluyendo la fragata de la Armada con un helicóptero a bordo, un avión de reconocimiento del Ejército del Aire y del Espacio en Yibuti y el emplazamiento en Rota (Cádiz) del Cuartel General de la operación.
Los secuestros de los atuneros españoles Playa de Bakio y Alakrana, en 2008 y 2009, evidenciaron -a nivel nacional- la crisis de seguridad que se vivía en el Índico. El despliegue de medios militares redujeron al mínimo el número de incidentes de piratería: durante años no hubo que lamentar ningún episodio de estas características.
Amenaza soterrada
Era una amenaza soterrada, que no extinta, tal y como demuestran los últimos acontecimientos. Un complejo cóctel alimenta el renacimiento del fenómeno de la piratería en el Índico. Uno de los más destacados son las sequías que se han producido en Somalia y las consecuencias de la guerra de Ucrania -con su consecuente afección al comercio internacional de productos de primera necesidad-, empujando a los criminales al océano en busca de su botín. Pero también influye el convulso escenario geopolítico que se vive en la región.
La guerra de Gaza llevó a milicias pro-iraníes a lanzar ataques contra objetivos occidentales en su alineamiento con Hamás. Uno de esos grupos son los hutíes que, desde el Yemen, han atacado buques mercantes que navegaban por la zona, obligando a transferir capacidades navales -y la atención internacional- a este punto. Circunstancias que han impelido a los piratas somalíes en su actividad criminal.
Un escenario convulso en el que las Fuerzas Armadas españolas han mostrado de nuevo sus capacidades. En los últimos meses, la fragata Santa María, de la Armada, ha realizado patrullas contra la piratería en zonas próximas a Seychelles, Madagascar y canal de Mozambique. En el marco de esta actividad, ha monitorizado -con especial protagonismo de su dron- los movimientos de los piratas que habían retenido un buque de bandera china, liberado tras varias semanas de secuestro.
La misión española
"Estos ataques demuestran que la piratería está contenida, gracias en parte a la presencia y actividad de esta misión, pero no erradicada", apuntan desde el Estado Mayor de la Defensa (EMAD). "De este modo, se preserva la seguridad del tráfico marítimo internacional en una de las rutas comerciales más importantes del mundo".
Asimismo, esta fragata de la Armada también ha realizado colaboraciones con las marinas y centros de seguridad marítima regionales, como el ejercicio realizado con los oficiales de la Guardia Costera y la Marina de Kenia, que consistió en la realización de bunkering (repostaje de combustible) en el puerto de Mombasa. Una actividad que le ha llevado a Puerto Victoria (Seychelles) y Antisiranana (Madagascar), donde visitó y estrechó lazos con los buques de pesca españoles que tienen allí su base logística.
Pero hay más antecedentes si se estudian las actividades de la Armada durante los últimos meses en el Índico. Así, en mayo de 2024, un equipo de la Fuerza de Guerra Naval Especial a bordo de la fragata Canarias liberó a la tripulación de un buque liberiano tras su secuestro por piratas. La fragata Victoria, en diciembre de 2023, también efectuó una "demostración de fuerza" para frustrar otro episodio contra un pesquero iraní.
Son sólo algunos capítulos de la historia más reciente de la piratería en aguas del Índico, que en las fechas más recientes ha ampliado su expediente, evidenciando que la amenaza se mantiene latente en la región.