Ciencia

Científicos descubren un 'botón' en nuestro cuerpo que quita las ganas de comer

Paso importante contra la obesidad

  • Imagen de personas con obesidad -

Nuevo paso contra la obesidad. Un equipo científico de la Universidad de Columbia ha identificado un grupo de neuronas en el tronco encefálico de ratones que actúan como un "interruptor cerebral" que quita las ganas de comer. Un hallazgo que supone una esperanza en la lucha contra la obesidad en el mundo. Según un informe de la World Health Organization (WHO), una de cada ocho personas tiene obesidad, lo que se traduce en más de 1.000 millones de personas que padecen esta enfermedad. 

Luz a futuros hallazgos contra la obesidad

Este hallazgo, publicado en la revista Cell, no solo profundiza en el mecanismo de la saciedad, sino que abre una vía prometedora para futuros tratamientos contra la obesidad en humanos. Según el estudio liderado por Alexander Nectow y Srikanta Chowdhury, estas neuronas, ubicadas en una región primitiva del cerebro compartida por todos los vertebrados, integran múltiples señales —como el olor, sabor, sensaciones gastrointestinales y hormonas— para decidir cuándo cesar la alimentación.

A diferencia de otras células relacionadas con el apetito, estas funcionan como un sistema de control complejo, similar a un proceso de razonamiento. Mediante técnicas de optogenética (activación con luz), los investigadores demostraron que, al estimular estas neuronas, los ratones reducían drásticamente su consumo de comida. Además, comprobaron que fármacos como los agonistas del GLP-1 —usados en diabetes y obesidad— activan estas células, lo que sugiere un vínculo directo con terapias existentes.

"Estas neuronas no solo ordenan parar de comer, sino que modulan la transición hacia la saciedad de manera gradual", explicó Chowdhury. Nectow destacó su potencial: "Al estar en el tronco encefálico, es probable que humanos tengan un circuito similar. Esto redefine cómo entendemos la plenitud y podría inspirar nuevas estrategias contra la obesidad".

¿Y en humanos?

Aunque la investigación se centró en roedores, la ubicación evolutiva de estas células refuerza su relevancia para nuestra especie. El próximo paso será confirmar su presencia en humanos y explorar cómo manipularlas de forma segura. Este avance no solo ilumina el funcionamiento cerebral, sino que acerca la posibilidad de terapias más precisas contra un problema de salud global. 

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