Más de 200 gomeros (chicos de menos de 15 años y mujeres de todas las edades) fueron sometidos a la esclavitud tras la brutal represión de una revuelta en la isla en 1488 que les convirtió, en el caso de los jóvenes, en menas en Castilla como represalia al no sometimiento general de Canarias a los militares enviados a la Conquista. Este acto de violencia, que incluyó ejecuciones masivas, llevó a los Reyes Católicos a ordenar una investigación sobre el destino de los gomeros, ya que la esclavitud de personas bautizadas era inaceptable. Según la Real Academia de Historia, Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, fue el principal responsable de estas acciones. Las denuncias sobre la crueldad de Vera llegaron a la Corte, lo que resultó en la liberación de los gomeros esclavizados y en la exigencia de una fianza de 31.764 euros (equivalente a 500.000 maravedís de la época) para compensar a quienes habían adquirido a estos esclavos.
En marzo de 1489, con la autorización de los Reyes Católicos, Vera llevó a cabo una represión en La Gomera, pero en Castilla no sabían nada de la red de tráfico de canarios en la Península que había montado la máxima autoridad militar de los Reyes Católicos en las islas. El cese fue fulminante aunque Vera después estuvo en la toma de Granada.
El administrador general de Canarias hizo dinero capturando a numerosos aborígenes que fueron forzados a ser vendidos como esclavos en la Península. Antes, la brutalidad de estas acciones incluyó la ejecución de todos los hombres mayores de 15 años, mientras que el resto fue destinado a la venta. Este no fue un caso aislado; en 1481, Vera había engañado a canarios prometiéndoles participación en la conquista de Tenerife, solo para esclavizarlos o abandonarlos en otras islas o mandarlos a la Península como mano de obra forzosa estando bautizados.
El bautizo era el rito que permitía a una persona ser reconocida como cristiana. En un contexto donde la religión católica era la única aceptada y promovida por la Corona, el bautizo era fundamental para la integración social y la aceptación en la comunidad que se estaba configurando. Una de las implicaciones más significativas del bautizo era la protección legal que confería a los individuos. Según las leyes de la época, los cristianos, especialmente los bautizados, no podían ser sometidos a la esclavitud. Esto se basaba en la creencia de que el bautizo otorgaba un estatus que debía ser respetado, y que la esclavitud de un cristiano era moral y legalmente inaceptable.
La creciente desconfianza de los gomeros hacia los castellanos fue el origen de múltiples conflictos, aunque la documentación sobre estos eventos es escasa. Antonio M. López, investigador del Proyecto Tarha, ha estudiado estos sucesos que aún resuenan en la memoria colectiva de las islas.
En 1477, Vera había enviado tripulaciones de carabelas de Palos y Moguer a capturar gomeros para venderlos en mercados de esclavos producto de su insumisión. Esta acción fue denunciada por Juan de Frías, obispo de Rubicón, quien argumentó que los capturados eran cristianos leales y, por lo tanto, no podían ser esclavizados. Ante la gravedad de la situación, los Reyes Católicos ordenaron una investigación, que resultó en la liberación de muchos cautivos, quienes regresaron a Canarias con la armada que conquistó Gran Canaria en 1478.
Después de la muerte del señor castellano de La Gomera, los gomeros en rebelión intentaron tomar la torre de San Sebastián, donde se refugiaba Beatriz de Bobadilla y sus hijos. En respuesta, Beatriz solicitó ayuda a Pedro de Vera, quien desembarcó con 400 hombres y ordenó la ejecución de todos los varones gomeros mayores de 15 años, mientras que otros fueron deportados. Las mujeres y los menores fueron vendidos como esclavos, una medida que inicialmente fue aprobada por los Reyes Católicos, como lo demuestra una carta de Fernando autorizando la venta de 91 cautivos.
Sin embargo, la denuncia de este tráfico de personas llevó a los Reyes Católicos a ordenar una investigación sobre el paradero de los cautivos y su liberación. Para cubrir las reclamaciones de los compradores, se exigió a Vera y Bobadilla que depositaran una fianza de 500.000 maravedís cada uno. Mientras Vera cumplió con la orden, Bobadilla se opuso, argumentando que la venta había sido legítima debido a la supuesta traición de los gomeros. La liberación de los cautivos fue un proceso complicado que se extendió más allá de 1492, con numerosas investigaciones documentadas en el Archivo General de Simancas. Antonio M. López destaca la importancia política que la Corona de Castilla otorgó a este caso, evidenciando la complejidad de las relaciones entre los conquistadores y los pueblos indígenas de Canarias durante este periodo histórico.