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El Buscón

Méndez de Vigo: de Premio Nacional en Premio Nacional y tiro porque me toca

El ministro Íñigo Méndez de Vigo aplaude a Fernando Trueba.

No para. La vida de Íñigo Méndez de Vigo, jefe de la cosa cultural y tal, es un sin vivir. A este hombre, tan entusiasmado con su recién estrenada condición de Ministro, le va a dar algo un día de estos. Desde luego jornadas como las vividas este fin de semana le auguran un estrés de mil pares de narices. Obras son amores: Sábado 19 noche: entrega del Premio Nacional de Cinematografía en San Sebastián. Domingo 20 mañana: asistencia al madrileño hipódromo de la Zarzuela, donde competía un caballo de su propiedad. Domingo 20 tarde: Palais des Sports Saint-Sauveur de Lille (Francia), donde se jugaba la final del Campeonato de Europa de Baloncesto. Living in a jet plane

De lo acontecido en el Festival de Cine de San Sebastián que se celebra estos días, los medios han dado cumplida cuenta. El señor ministro de Cultura tuvo que escuchar de boca de Fernando Trueba, el tontolaba galardonado este año con el Premio Nacional de Cinematografía, que “la verdad es que yo nunca me he sentido español. Nunca. En mi vida. Jamás. Ni cinco minutos de mi vida…” También regurgitó que “es una pena que ganásemos la guerra de la independencia contra los franceses”, y otras perlas de idéntico porte. Al caradura, sin embargo, no se le ocurrió renunciar a los 30.000 euracos del premio, porque “la pasta viene bien en estos momentos de crisis”. Es verdad que don Íñigo se guardó la laudatio que llevaba preparada para colmar de elogios al insensato, sólo hubiera faltado, pero también lo es que le faltaron reflejos, cuajo, u otra cosa, para responder a la ofensa con la contundencia que merecía.

A las 12 de la mañana del domingo 20, don Íñigo ocupaba su asiento en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, recinto que tras casi diez meses sin competición volvía a abrir sus puertas. El llenazo en la Cuesta de las Perdices fue monumental, hasta el punto que la Guardia Civil se vio obligada a cortar el acceso al recinto al estar saturado de público. Las tribunas registraban un lleno espectacular, con cientos de aficionados que se vieron obligados a volverse a casa sin poder entrar. Prueba estrella de la jornada era el Gran Premio Nacional, cuyo ganador fue Clavileño, potro de la cuadra Odisea, por delante de Alaraz, propiedad de la cuadra Claret, cuyo titular no es otro que el ministro Méndez de Vigo, a la sazón IX barón de Claret.

Los caballos del barón de Claret

A pesar del sol radiante, no fue la mejor mañana de don Íñigo, porque su potro (que el 30 de noviembre de 2014 ganó la prueba más importante de la clausura de la temporada de otoño de Madrid), era el claro favorito para llevarse los casi 40.000 euretes del premio. Falló, qué le vamos a hacer. Las carreras de caballos son una de las mayores aficiones, si no la principal, del titular de Cultura. Propietario y criador de purasangres desde hace décadas, no suele perderse una carrera en el otoño madrileño y en el verano de San Sebastián, naturalmente si el tiempo, su tiempo, se lo permite. Uno de sus mayores éxitos en el mundo del turf tuvo lugar en junio de 2013, cuando su caballo Rilke ganó el Derby español, también en La Zarzuela.

Sin tiempo siquiera de sentarse a almorzar, el ministro voló a Lille, Francia, donde a las 6 de la tarde, al lado del rey Felipe VI, iba a asistir a la espectacular victoria del equipo español de baloncesto sobre Lituania. Y ahí sí, ahí por fin pudo relajarse y olvidar, al menos de momento, los sinsabores que proporciona el cargo que tan gustosamente ostenta un hombre que cursó estudios de bachillerato en el Colegio Alemán de Madrid, el British Institute School y la Académie française, y que se licenció en Derecho por la Complutense de Madrid. El precio del oropel, o sarna con gusto no pica.

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