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El Buscón

Septiembre caliente: la Corona todavía no ha dicho su última palabra

Juan Carlos I hizo escala en Barajas antes de abandonar España

Escribía en Twitter Alfonso Ussía que no todo era lo que parecía en torno al rey Juan Carlos I. En concreto, decía haber recibido un mensaje del emérito en el que este anunciaba que "esto es un paréntesis, no unas vacaciones". Como la previsión meteorológica, es una frase que no supone nada pero inquieta mucho.

Lo cierto es que la prensa se prepara para la vuelta del penúltimo monarca de la Casa de Borbón en septiembre. No lo hará solo. En los mentideros periodísticos le adjudican una alfombra roja de sorpresas judiciales para PSOE y Podemos, quienes con tanto espero le han preparado los aposentos que han provocado su marcha.

No será él quien se encargue de desenrrollarla, pero sí quien la pise para desandar la frontera, a tenor de lo que los plumillas que quedan al pie del cañón estos días de asueto estival saben. Dice el aforismo que cuando el cauce se hace notar es porque líquido vital transporta. Los afines a la corona pretenden contraatacar en favor de la casa francesa sacando a relucir lo que puedan esconder en sus armarios, y lo que para el rey Juan Carlos será una cantimplora herrumbrosa en la duna de un desierto. Supervivencia. Menos da una piedra, o más, que cuando hay que defenderse en desventaja un morro bien vale, y si no que le pregunten a David, o mejor a Goliat, cuya frente sabe lo que pesa un canto.

Dicen que Juan Carlos I no va a dar su brazo a torcer, menos con quienes, según los cercanos a la Corona, son culpables de su exilio

Lo cierto es que en la trastienda de los fieles a Juan Carlos I se prepara la respuesta al colesterol que ha causado la crisis coronaria. Y los periodistas lo saben. Afilan los cuchillos las redacciones. Se dice también que quien ahora reina en su lugar, ni más ni menos que su hijo, anda al margen de todo esto, y no de forma consciente.

Era de imaginar que no iba a quedarse de manos atadas; y es además el periodo veraniego ideal para hacer poco ruido y cosechar muchas nueces, que el invierno es largo. Este en concreto se avecina duro para todos, pero especialmente para Juan Carlos I, que no va a dar su brazo a torcer fácilmente, menos con quienes, según los cercanos a la Corona, son culpables de su exilio. No, no parece que vaya a acabar como Rita Barberá, que decía Margallo.

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