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El Buscón

Andrea 'que se jodan' Fabra burla con su toga los límites carcelarios para visitar a papá

Andrea Fabra se atusa el pelo en su escaño del Congreso.

Andrea Fabra Fernández, la diputada del PP por Castellón conocida por ser hija del que fuera todopoderoso Carlos Fabra y por soltar aquel célebre "que se jodan" dirigido a los parados en un pleno del Congreso, se ha vuelto un personaje muy conocido en la cárcel madrileña de Aranjuez, donde se encuentra recluido su padre desde el pasado 1 de diciembre para cumplir una pena de 4 años de cárcel. Y es conocida por dos motivos, según le cuentan a este curioso Buscón. En primer lugar, por los malos modos con los que se dirige a los funcionarios del centro penitenciario con los que trata cuando acude de visita. Una altanería que recuerda mucho a la que su padre también dispensa a los trabajadores que le custodian. "Se cree que todavía está en la Diputación de Castellón y que es el que manda sin que le rechiste nadie. Desde luego no ha asumido que es un recluso más", me cuentan desde dentro de la cárcel.

El segundo motivo por el que es conocida Andrea Fabra es por las numerosísimas visitas que hace a la cárcel para ver y charlar con su padre. Muchas más que las que pueden hacer los familiares de otros reclusos y, además, en condiciones mucho más placenteras. Nada de esperar colas para acceder. Nada de tener que charlar con su progenitor con un cristal de por medio y junto a otros reclusos y familiares. Nada de límite de tiempo. ¿Privilegios? Tal vez, aunque todo aprentemente legal. Y es que Andrea 'que se jodan' Fabra ha decidido rescatar su título de licenciada en derecho para presentarse en prisión como letrada defensora de su padre y, de este modo, burlar todas las limitaciones en cuestión de visitas que existen para el resto de los mortales.

Dada de alta como colegiada en junio de 1997, cuando terminó la carrera, la diputada del PP figuraba como no ejerciente hasta el pasado 26 de noviembre, cuando el Colegio de Abogados de su natal Castellón recibió su solicitud para figurar como abogada en activo. Sólo quedaban cinco días para que Carlos Fabra ingresara en prisión. Dos semanas después, el 10 de diciembre, y con su padre ya en prisión, rellenó el impreso que todos los parlamentarios tienen que completar para solicitar del Congreso de Diputados autorización para ejercer otra actividad profesional aparte de las habituales de su cargo electo. En el mismo figuraba exclusivamente que se daba de alta como ejerciente en el Colegio de Abogados. Ninguna referencia a su intención de ejercer la abogacía o montar un bufete. Nueve días después lo entregaba en el registro de la Cámara Baja.

El pleno del Congreso tardó bastante en dar el visto bueno a esta solicitud. En concreto, lo hizo el 12 de marzo de 2015, hace menos de tres meses. Entonces se interpretó la solicitud de la polémica diputada del PP como su apuesta para buscarse una salida profesional cuando termine la presente legislatura ante el convencimiento tanto de ella como del partido de que no repetirá en las listas 'populares' en las próximas elecciones generales. Sin embargo la coincidencia de la fecha en la que inició los trámites para volver a ser abogada ejerciente y el ingreso de su padre en la cárcel apuntan a que detrás de todo no hay mas que amor paternofilial, como han terminado de demostrar las frecuentes visitas a la cárcel de Aranjuez.

Un detalle que tampoco ha pasado inadvertido para los funcionarios de la cárcel, que ven cómo disfruta de todos los privilegios de los abogados que acuden (nunca con tanta frecuencia, me aseguran) a visitar a sus clientes. Así, puede ir cuando quiera y cuantas veces desee. Además en lugar de hacer la cola de los familiares, accede por la de letrados, muchísimo más fluida. Los encuentros con su padre son, además, en una sala para ellos solos, sin que nadie les moleste. Y el tiempo de estancia, sin límite. Un chollo 'togado' (y legal) que ha sabido explotar la diputada del célebre "que se jodan". Este Buscón se pregunta si estas tres palabras se le habrán pasado alguna vez por la cabeza cuando pasa junto a los familiares de otros presos que no tienen sus privilegios y tienen que someterse a las normas penitenciarias.

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