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El Buscón

Miedo escénico al campanazo de la Bolsa: Cellnex y Talgo han querido evitar el estigma Rato

Una tradicional fotografía que muchos quieren ahora evitar por la mancha negra dejada por Rodrigo Rato.

La campana de la Bolsa de Madrid que tradicionalmente da el pistoletazo de salida al desembarco en el parqué de una nueva compañía está manchada. No de sangre, no nos pongamos dramáticos, más bien de negro, de ese negro sucio y maloliente que dejan los ladrones de guante blanco, esos que desde las atalayas del poder se han aprovechado de su paso por la política para arramplar con todo, mientras daban, desde sus atriles (con y sin gaviotas), lecciones de buen gobierno y de gran respeto y cumplimiento de los deberes con la Hacienda pública.

Hete aquí que ese gran preboste de la política española, que podría ser hoy nuestro presidente del Gobierno si el señor Aznar le hubiera señalado con su dedo infalible, ese hombre pulcro y respetado que dirigió el FMI, para más señas de apellido Rato Figaredo, y al que todos (nosotros, los medios de comunicación, incluidos) venerábamos como el gran hacedor de las buenas cuitas económicas españolas, es el mismo al que ahora nadie se quiere acercar.

Ese tal Rodrigo fue el que feliz y ufano, con copa de cava en la mano, movía cadenciosamente el badajo de la campana de la Bolsa de Madrid para celebrar, en julio de 2011, el salto al parqué de esa gran caja a la que luego el Estado le inyectó 22.400 millones de euros de dinero recién sacado de los bolsillos de los contribuyentes.

No nos olvidemos de este pequeño detalle de la historia de España, que en campaña electoral los maestros de la amnesia colectiva despliegan todos sus ardides.

De ese poco varonil badajo que suena en la Plaza de la Lealtad cuelga un frágil cabito (que nos perdonen los marineros) que este jueves fue motivo de mofa y escarnio. Cellnex, filial del grupo Abertis, echaba a andar en los mercados bursátiles y su presidente, Franciso Reynés, no quiso romper la tradición e hizo sonar la campana para la puesta de largo de una compañía cuyo salto al parqué ha sido todo un éxito.

Pero sobre las vetustas tablas del parqué madrileño no fueron pocos los asistentes que comentaron con sorna: "uffff, no sé si tocar esa campana con la que Rato engañó a toda España es lo mejor que se merece esta OPV".

"Uffff, no sé si tocar esa campana con la que Rato engañó a toda España es lo mejor que se merece esta OPV", dijeron algunos asistentes a la puesta de largo de Cellnex y Talgo

Antes, durante y después del exitoso bautizo de Cellnex, la campana de Rato fue la comidilla del acto. Risas, sorna y algún insulto se oyeron sobre esas tablas. Una compañía seria, con una matriz seria, con unos accionistas de tal palo, empeñada en hacer las cosas bien y ganarse la confianza de sus accionistas pasa por el mismo escenario y la misma campana que en su día Rato tocó y manchó: un ex político y ex directivo empresarial que mintió a los inversores en la salida a Bolsa de Bankia, que usaba las tarjetas black y que ha defraudado a Hacienda y a no se sabe qué o quién más. Eso sí, por ahora, todo presuntamente. Nunca olvidemos que la presunción de inocencia va por delante, por favor, no nos aventuremos a dudar sobre tan magna persona.

Pero no quedó ahí la cosa en el parqué madrileño, porque luego llegó Talgo. La compañía de trenes se trajo su propia campana, por lo que pudiera pasar. Bonita campana, tan cinematográfica, tan evocadora de esos años en los que los Jefes de estación eran toda una institución.

Pero este Buscón travieso, que siempre anda zanscandileando allá por dónde le dejan, quiso enredar entre los asistentes. Algunos bromearon, como era de prever, con el temita de la campana y la buena idea de Talgo de traerse la suya propia.

No parecía sucia, sólo la habían tocado algunos Jefes de estación y previsiblemente la habrán soñado guionistas de cine, letristas de memorables canciones y gentes de buen proceder.

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