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El Buscón

Metro de Madrid quiere colocar a dedo a un militar a punto de retirarse

Una imagen de un andén del Metro de Madrid.

Todo comenzaba hace un par de semanas, cuando se hacía público el nuevo organigrama de la estructura de Metro de Madrid para el presente año y los venideros. Casualmente, la Gerencia de Seguridad, hasta ahora dependiente de la Dirección de Operaciones, volvía a independizarse para crear de nuevo una Dirección de Seguridad; algo nada criticable si el objetivo de esta emancipación fuera consecuencia de una redimensión de la seguridad en el Metro en favor de una mejora cuantificable. En la casilla destinada al nuevo Director de Seguridad aparecía el cargo sin un nombre ni apellido que lo ocupara. Un cuadro en el organigrama relleno de un blanco impoluto.

Según fuentes bien informadas a las que ha tenido acceso este Buscón, este cargo va a ser asignado a dedo a José Javier Muñoz Castresana, hasta ahora General de División del Ejercito del Aire y actual Jefe de su Servicio Histórico y Cultural. ¡Enhorabuena a los premiados! Y uno se pregunta: ¿Qué mejora puede aportar un General del Ejército, más que cercano a una jubilación ya de per se segura, a la seguridad del Metro? Para más inri, el susodicho es hermano de Juan Muñoz Castresana, que actualmente ostenta el cargo de Jefe de Área de la Comunidad de Madrid en el Ministerio de Defensa.

La primera y última vez que se creó la figura de Director de Seguridad en el Metro, allá por el año 2013, el premio fue a recaer en D. Carlos Bruno Fernández Díaz, hermano del que fuera Jefe Superior de Policía de Madrid por aquel entonces. El cargo desapareció con el titular del mismo; en octubre de 2015 fue destituido de su puesto tras difundirse una nota interna en la que se instaba a vigilar especialmente a "pedigüeños", "músicos", "mendigos" y "gays" en el suburbano. Poco le duró el disgusto a D. Bruno, que fue a Telefónica, con más cargo, más sueldo y menos problemas.

Lejos de la meritocracia que se presupone en la asignación de estos cargos exentos de convocatoria pública, nos hallamos en puertas de una convocatoria, esta sí, pública, con la que miles de ciudadanos de a pie quieren acceder a unos pocos puestos técnicos en el Metro. Motivo añadido este último, por el que sería conveniente que la responsable de esta dedocracia, disfrazada de personalidad jurídica, meditara tal decisión.

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