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El Buscón

Luis Ramallo sobre Suárez: “Vengo a pedirle perdón por las putadas que le hice…”

Solo quienes el pasado lunes visitaron la capilla ardiente de Adolfo Suárez sabían de verdad si habían acudido al Congreso de los Diputados como un mero cumplido, para chupar cámara o, realmente, para honrar a alguien a quien de verdad respetaron y quisieron en su etapa como presidente del Gobierno. Hubo, pues, una densa mezcla de sentimiento y simulación y no era fácil separar los ingredientes por quienes no vivieron de cerca aquella época histórica y conocieron a sus principales protagonistas.

En la ceremonia hubo quien agradeció, en medio de tanto fingimiento, la sinceridad con la que se despacharon solo unos pocos de los presentes. Si hubiera que elegir, quizás el más franco y espontáneo fue el exdiputado del PP y exvicepresidente de la CNMV Luis Ramallo. Después de desfilar ante el féretro de Suárez, se confió a un grupo de antiguos amigos: “En realidad, he venido a pedirle perdón de cuerpo presente por las putadas que le hice, auténticas faenas”. Recordaba así Ramallo cuando era diputado por la Unión de Centro Democrático entre 1977 y 1979, durante la legislatura constituyente, y también la etapa posterior en la que ejerció como presidente de la Junta de Extremadura, hasta dos años antes de que Suárez presentara su dimisión al Rey.

Cuando Suárez reinició su carrera política al frente del CDS, Ramallo ya había fichado por Alianza Popular, que le mantuvo en el escaño hasta que tras la victoria de José María Aznar en las elecciones de 1996, ya con la marca PP, le situó como ‘número dos’ del regulador de los mercados.

Ramallo no es el único militante veterano de su partido que reconoce que en aquellos tiempos, principios de la década de los ochenta, llegó a aborrecer a Adolfo Suárez, aunque sí es de los pocos que admite su arrepentimiento. “La verdad”, confesó el lunes en el viejo Palacete de la Carrera de San Jerónimo, “es que le hice auténticas perrerías…”.

Hay muchos miembros de las nuevas hornadas del PP que no alcanzan a entender las razones por las cuales Suárez despertó tanta inquina entre algunos de sus viejos compañeros de AP, aunque la lógica dice que los que compartieron esta animadversión hacia el expresidente, tal vez siguieron con antipatía la progresiva demolición de las estructuras del franquismo heredadas por los primeros gobiernos democráticos.

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